Ermita Campolivar.
- 19:00 Misa del XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
Templo Carmelitas.
- 19:00 Adoración al Santísimo, cantos, acción de gracias…
- 20:00 Misa del XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 10-19
Hermanos:
Me alegré muchísimo en el Señor de que ahora,
por fin, haya vuelto a florecer vuestro interés por mí; siempre lo habíais sentido, pero os faltaba la ocasión. Aunque ando escaso de recursos, no lo digo por eso; yo he aprendido a bastarme con lo que tengo. Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy avezado en todo y para todo: a la hartura y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mis tribulaciones. Vosotros, filipenses, sabéis además que, desde que salí de Macedonia y empecé la misión, ninguna iglesia, aparte de vosotros, me abrió una cuenta de haber y debe. Ya me mandasteis a Tesalónica, más de una vez, un subsidio para aliviar mi necesidad; no es que yo busque regalos, busco que los intereses se acumulen en vuestra cuenta. Tengo lo necesario, y me sobra. Estoy plenamente satisfecho habiendo recibido de Epafrodito vuestro donativo, que es suave olor, sacrificio aceptable y grato a Dios.
En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.
Salmo
Sal 111, 1b-2. 5-6. 8a y 9 R/. Dichoso quien teme al Señor
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.
Su corazón está seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 9-15
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él.
Y les dijo:
«Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios».
Reflexión del Evangelio
Todo lo puedo en aquel que me conforta
En este pasaje vemos el agradecimiento de Pablo a los filipenses por varias razones: su donativo para ayudarlo a sobrevivir, y su interés en el evangelio que Pablo proclama.
Pablo confía ciegamente en Dios, sabe que todo lo que pase (hambre, frío, incomprensión…) no puede desviarlo del amor que siente por “aquel que lo conforta”, y pone en sus manos su vida.
¡Cuántos ejemplos tenemos en nuestra Iglesia de sacerdotes, frailes, monjas, hermanas, laicos… que viven en pobreza, y que su único interés y beneficio es cumplir la voluntad de Dios y llevar su evangelio a todo el mundo! Y, ¿cuál es nuestra respuesta? ¿Actuamos como los filipenses, acompañando, animando, ayudando…, o los criticamos y rechazamos?
Creemos que esta lectura hace que nos planeemos tanto el apoyo personal y espiritual a nuestros pastores, misioneros… como la atención a sus necesidades físicas, espirituales y también económicas.
¿En qué lugar nos encontramos?
No podemos servir a dos señores
El evangelio de esta XXXI semana del tiempo ordinario lo podemos resumir en la siguiente frase: no podemos complacer a todo el mundo.
Esto nos queda claro. Y, ¿qué hacer? Ser honestos en todo: en el dinero, siendo justos; en el trabajo, siendo honrados; en las relaciones personales, actuando en verdad; en las relaciones sociales, siendo coherentes con lo que pensamos y con nuestros valores…
Solo tenemos que obedecer a un Dios, y Éste, en todo momento, quiere que seamos hombres y mujeres de bien, que seamos de fiar, que en nuestra escala de valores Él esté en primer lugar, y el dinero lo último. Porque no podemos servir a dos señores, porque dependiendo de lo que nuestro corazón siente, será nuestra vida. Si nuestro corazón prefiere el dinero, el bienestar personal, la comodidad, los afectos fáciles… actuaremos como no le agrada al Señor. Pero si en nuestro corazón está por delante el amor al prójimo, la caridad, la solidaridad, la honestidad, la franqueza, la verdad, el respeto… entonces nuestra boca y nuestras acciones serán más acordes con el Evangelio.
Hoy es un buen día para plantearnos a qué Dios queremos servir. Quizá nuestra elección nos lleve a una situación de rechazo por parte de algunos, al ostracismo, al abandono…, pero debemos ser coherentes con nosotros mismos, y mantenernos en nuestros valores, optando siempre por la Verdad, por Dios.
San Engelberto de Colonia
De Aciprensa
Uno de los abusos que más se extendieron durante la Edad Media, era la conseción de uno o varios beneficios eclesiásticos a los jóvenes y aún niños. San Engelberto fue un ejemplo de ellos, cuyo padre era el poderoso Conde de Berg. Cuando estudiaba todavía en la escuela de la catedral de Colonia, era ya prebendado de Santa María de Aquisgrán, de San Jorge, de San Severino y de la catedral de Colonia.
En 1217 fue nombrado Arzobispo de Colonia; la diócesis estaba completamente arruinada por las luchas políticas y religiosas, pero San Engelberto poseía cualidades humanas que lo hacían apto para la tarea que le esperaba: un juicio claro, un gran deseo de justicia, una voluntad fuerte y una presencia que imponía respeto.
El santo recibió generosamente a los frailes menores y dominicos a quienes alentó para que se estableciesen en sus dominios. Convocó varios sínodos en su diócesis para mantener la disciplina en el clero secular y regular. El santo desempeñó con vigor y energía, y supo ganarse el respeto de todos; pero al mismo tiempo, la mano firme y justa con que gobernó, le creó muchos enemigos. Uno de ellos, fue su primo Federico de Isenberg, administrador de las religiosas de Essen, quien tramó una conspiración para asesinarlo debido a los reproches que San Engelberto le había dirigido a causa de sus abusos y malos manejos administrativos.
El 7 de noviembre de 1225, el santo partió de Soest a Schwelm con una escolta insuficiente, y Federico y otros nobles cayeron sobre él con cien soldados y lo asesinaron.