En este cuarto domingo del tiempo ordinario, el Evangelio presenta el primer gran discurso que el Señor sugiere a la gente, en lo alto de las suaves colinas que rodean el lago de Galilea y proclama: «bienaventurados» a los pobres de espírutu, a los que lloran, a los misericordiosos, a quienes tienen hambre de justicia,…
