Templo Carmelitas
- 19:00 Misa
- 19:30 – 20:30 Exposición del Santísimo. Confesiones durante la Exposición
Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (24,8-17):
Cuando Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén. Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre.
En aquel tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la cercaron. Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus oficiales la tenían cercada. Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y funcionarios. El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado. Se llevó los tesoros del templo y del palacio y destrozó todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo según las órdenes del Señor. Deportó a todo Jerusalén, los generales, los ricos –diez mil deportados–, los herreros y cerrajeros; sólo quedó la plebe. Nabucodonosor deportó a Jeconías a Babilonia. Llevó deportados, de Jerusalén a Babilonia, al rey y sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino, todos los ricos –siete mil deportados–, los herreros y cerrajeros –mil deportados–, todos aptos para la guerra. En su lugar nombró rey a su tío Matanías, y le cambió el nombre en Sedecías.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 78,1-2.3-5.8.9
R/. Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre
Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad,
han profanado tu santo templo,
han reducido Jerusalén a ruinas.
Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus fieles a las fieras de la tierra. R/.
Derramaron su sangre como agua
en torno a Jerusalén, y nadie la enterraba.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor?
¿Vas a estar siempre enojado?
¿Arderá como fuego tu cólera? R/.
No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R/.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21-29):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: «Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?» Yo entonces les declararé: ‘Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.» El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
De catholic.net
Nuestro Señor sabía algo de arquitectura, porque si alguien intenta construir en roca firme, tendrá su casa bien sólida en los días de tempestad, y si una persona quiere construir en arena no le durará su morada en pie.
Además, si es verdad en la vida terrena, ¿cuánto más lo será para la vida espiritual? En el alma los cimientos son las palabras que Cristo nos ha dejado. Por eso tenemos que leer con frecuencia el Evangelio, que es en donde se recogen todas las palabras del Señor. En él encontraremos las fuerzas necesarias para ser fieles y tener una casa espiritual bien fundada en Cristo.
Así busquemos vivir siempre con el Evangelio en la mano para cimentar bien nuestra vida y vivir fieles a Dios, siendo así ejemplo para todos nuestros hermanos.
El verdadero amor es concreto, está en las obras, es un amor constante. No es un sencillo entusiasmo. También, muchas veces, es un amor doloroso: pensemos en el amor de Jesús llevando la cruz. Pero las obras de amor son las que Jesús nos enseña en el pasaje del capítulo 25 de san Mateo. Quien ama hace esto, el protocolo del juicio: Estaba hambriento y me han dado de comer, etc. Las bienaventuranzas, que son el programa pastoral de Jesús, son concretas. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 7 de mayo de 2015, en Santa Marta).
«Por desgracia, se sabe que la familia, especialmente en Occidente, está considerada como una institución superada. Frente a la estabilidad de un proyecto definitivo, hoy se prefieren vínculos fugaces. Pero una casa construida sobre la arena de los vínculos frágiles e inconstantes no se mantiene en pie. Se necesita más bien la roca, sobre la que se establecen cimientos sólidos. Y la roca es precisamente esa comunión de amor, fiel e indisoluble, que une al hombre y a la mujer, una comunión que tiene una belleza austera y sencilla, un carácter sagrado e inviolable y una función natural en el orden social.»
(Discurso SS Francisco, 8 de enero de 2018)
San Máximo de Turín, Obispo
Por: Alban Butler | Fuente: La Vida de los Santos
Martirologio Romano: En Turín, Italia, san Máximo, primer obispo de esta sede, que con su paterna palabra llamó al pueblo pagano a la fe de Cristo, y con sólida doctrina lo condujo al premio de la salvación eterna. ( c.465)
La colección que se hizo de sus supuestas obras, editadas por Bruno Bruni en 1784, comprende unos 116 sermones, 118 homilías y 6 tratados; pero esta clasificación es muy arbitraria y, posiblemente, la mayoría de las obras citadas deban atribuirse a otros autores. Son particularmente interesantes por darnos a conocer algunas costumbres extrañas y pintorescas de la antigüedad sobre las condiciones en que vivían los pueblos de la Lombardía, en la época de las invasiones de los godos. En una de sus homilías describe la destrucción de Milán por las hordas de Atila; en otra, habla de los mártires Octavio, Solutor y Adventus, cuyas reliquias se conservan en Turín. «Debemos honrar a todos los mártires, recomienda; pero especialmente a aquellos cuyas reliquias poseemos, puesto que ellos velan por nuestros cuerpos en esta vida y nos acogen cuando partimos de ella». En dos homilías sobre la acción de gracias inculcaba el deber de elevar diariamente las preces al Señor y recomendaba los Salmos como los mejores cánticos de alabanza. Insistía en que nadie debía dejar las oraciones de la mañana y la noche, así como la acción de gracias, antes y después de las comidas. Máximo exhortaba a todos los cristianos para que hiciesen el signo de la cruz al emprender cualquier acción, puesto que «por el signo de Jesucrinto (hecho con devoción) se pueden obtener bendiciones sin cuento sobre todas nuestras empresas». En uno de sus sermones, abordó el tema de los festejos un tanto desenfrenados del Año Nuevo y criticó la costumbre de dar regalos a los ricos, sin haber repartido antes limosnas entre los pobres. Más adelante, en esa misma prédica, atacó duramente a «los herejes que venden el perdón de los pecados», cuyos pretendidos sacerdotes piden dinero por la absolución de los penitentes, en vez de imponerles penitencias y llanto por sus culpas.