Martes de la III semana del Tiempo Ordinario

Ermita del Salvador

  • 19:00 Misa
  • A continuación Exposición del Santísimo

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (6,12b-15.17-19):

En aquellos días, fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta. Cuando los portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado. E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino. Así iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y al sonido de las trompetas. Metieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado. David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor y, cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejércitos; luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno. Después se marcharon todos, cada cual a su casa.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 23,7.8.9.10

R/.
 ¿Quién es ese Rey de la gloria?
Es el Señor en persona

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R/.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,31-35):

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.»
Les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»
Y, paseando la mirada por el corro, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

Palabra del Señor

San Ildefonso

De https://ec.aciprensa.com/wiki/San_Ildefonso

Arzobispo de Toledo; murió el 23 de enero de 667. Nació de una familia distinguida y era sobrino de San Eugenio, su predecesor en la sede de Toledo. A temprana edad, a pesar de la decidida oposición de su padre, abrazó la vida monástica en el monasterio de Agli, cerca de Toledo. Mientras era todavía un simple monje, fundó y dotó un monasterio de monjas en Deibiensi villula. Aprendemos de sus escritos que fue ordenadodiácono (cerca de 630) por Heladio, que había sido su abad y fue elegido después arzobispo de Toledo. Ildefonso mismo se convirtió en abad de Agli, y en esta capacidad fue uno de los firmantes, en 653 y 655, en la Octavo y Noveno Concilios de Toledo. Fue llamado por el rey Recesvinto, hacia finales del 657, para ocupar el trono arzobispal; dirigió la Iglesia de Toledo durante poco más de nueve años y fue enterrado en la Basílica de Santa Leocadia.

A estos escasos pero auténticos detalles de su vida (son corroborados por el propio Ildefonso o por su sucesor inmediato, el Arzobispo Juliano, en una breve nota biográfica que añadió al “De viris ilustribus” de Ildefonso) se suman algunas dudosas o incluso legendarias anécdotas. Hacia el final del siglo VIII Cixila, arzobispo de Toledo, adornó la biografía de su predecesor. En ella relata que Ildefonso fue el discípulo de San Isidoro de Sevilla, y recuerda en particular dos maravillosas historias, de las cuales la segunda, el tema favorito de hagiógrafos, poetas y artistas, ha sido durante siglos ligada a la memoria del santo. Se cuenta que Ildefonso se hallaba un día rezando ante las reliquias de Santa Leocadia, cuando la mártir surgió de su tumba y le agradeció al santo la devoción que mostraba a la Madre de Dios. Más adelante se cuenta que en otra ocasión, la Bendita Virgen María se le apareció en persona y le regaló una vestimenta sacerdotal cómo recompensa por su celo al honrarla.

El trabajo literario de Ildefonso es mejor conocido que los detalles de su vida, y le han ganado un lugar de honor dentro de los escritores españoles. Su sucesor, Juliano de Toledo, en la nota a la que nos hemos referido anteriormente, nos informa que el propio santo dividió su trabajo en cuatro partes. La división primera y principal contenía seis tratados, de los que se han conservado sólo dos: “De virginitate perpetuâ sanctae Mariae adversus tres infideles” (estos tres infieles eran Joviniano, Helvidio y “un judío”), una obra bombástica que, no obstante, muestra un espíritu de ardiente piedad y le asegura a Ildefonso en un lugar de honor entre los devotos siervos de la Virgen María; también un tratado dividido en dos libros: (1) “Annotationes de cognitione baptismi”, y (2) “Liber de itinere deserti, quo itur post baptismum”. Investigaciones recientes han probado que el primer libro es solamente una nueva edición de un tratado muy importante recopilado, como muy tarde, en el siglo VI, en el que Ildefonso solo contribuyó con algunas adiciones (Helfferich, “Der westgothische Arianisimus”, 1860, 41-49).

La segunda parte de su trabajo contenía la correspondencia del santo; de esta porción todavía se conservan dos cartas de Quirico, obispo de Barcelona, con las contestaciones de Ildefonso. La tercera parte constaba de Misashimnos y sermones; y la cuarta, opuscula en prosa y verso, especialmente epitafios. Las ediciones de las obras completas de Ildefonso contienen cierto número de escritos, varios de los cuales pueden colocarse en cada una de las dos últimas divisiones; pero algunas de ellas son de dudosa autenticidad, mientras que el resto es ciertamente el trabajo de otro autor. Además, Julián afirma que Ildefonso comenzó un buen número de otras obras, pero sus muchas ocupaciones no le permitieron terminarlas. Por otra parte, él no menciona un pequeño escrito el cual es ciertamente auténtico, el “De viris ilustribus”. Puede ser considerado como un suplemento al “De viris illustribus” de San Isidoro de Sevilla y no es tanto una obra literaria histórica, sino más bien un escrito destinado a glorificar a la Iglesia de Toledo y defender sus derechos como sede metropolitana.