Lunes de la XVII semana del Tiempo Ordinario

Templo Carmelitas

  • 19:00 Misa.
  • A continuación Adoración al Santísimo hasta las 20:30

Lectura del libro del Eclesiástico 44,1. 10-15

Hagamos el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según sus generaciones. Ellos fueron hombres de bien, cuyos méritos no han quedado en el olvido. En sus descendientes se conserva una rica herencia, su posteridad. Sus descendientes han sido fieles a la alianza, y, gracias a ellos, también sus hijos. Su descendencia permanece por siempre, y su gloria no se borrará. Sus cuerpos fueron sepultados en paz, y su nombre vive por generaciones. Los pueblos hablarán de su sabiduría, y la asamblea proclamará su alabanza.

Palabra de Dios.

Salmo 131
—• •—

El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.
R/
El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono».M
R/
Porque el Señor ha elegido a Sion,
ha deseado vivir en ella:
«Esta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo».M
R/
«Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema».M
R/

Aleluya, aleluya, aleluya. Aguardaban el consuelo de
Israel, y el Espíritu Santo estaba en ellos.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,16-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos por que oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron».

Palabra del Señor.

San Joaquín y Santa Ana

De https://www.aciprensa.com/recursos/san-joaquin-y-santa-ana-2838

El protoevangelio de Santiago cuenta que los vecinos de Joaquín se burlaban de él porque no tenía hijos. Entonces, el santo se retiró cuarenta días al desierto a orar y ayunar, en tanto que Ana (cuyo nombre significa Gracia) «se quejaba en dos quejas y se lamentaba en dos lamentaciones». Un ángel se le apareció y le dijo: «Ana, el Señor ha escuchado tu oración: concebirás y darás a luz. Del fruto de tu vientre se hablará en todo el mundo». A su debido tiempo nació María, quien sería la Madre de Dios. Esta narración se parece mucho a la de la concepción y el nacimiento de Samuel, cuya madre se llamaba también Ana ( I Reyes, I ). Los primeros Padres de la Iglesia oriental veían en ello un paralelismo. En realidad, se puede hablar de paralelismo entre la narración de la concepción de Samuel y la de Juan Bautista, pero en el caso presente la semejanza es tal, que se trata claramente de una imitación.