Martes de la XVII semana del Tiempo Ordinario

Templo Carmelitas

  • 19:00 Misa.
  • A continuación Adoración al Santísimo hasta las 20:30

Antífona de entrada

Dios vive en su santa morada. Dios, el que hace habitar jun
tos en su casa, él mismo dará fuerza y poder a su pueblo (cf.
Sal 67,6-7. 36).
Oración colecta
Oh, Dios, protector de los que en ti esperan
y sin el que nada es fuerte ni santo;
multiplica sobre nosotros tu misericordia,
para que, instruidos y guiados por ti,
de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros
que podamos adherirnos ya a los eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo

Lectura del libro del Éxodo

33,7-11; 34,5b-9. 28

E n aquellos días, Moisés levantó
la tienda y la plantó fuera, a distan
cia del campamento, y la llamó «Tienda del Encuentro».
El que deseaba visitar al Señor salía fuera del campa
mento y se dirigía a la Tienda del Encuentro. Cuando
Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se
levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando
a Moisés hasta que este entraba en la tienda. En cuanto
Moisés entraba en la tienda, la columna de nube bajaba
y se detenía a la entrada de la tienda, mientras el Señor
hablaba con Moisés. Cuando el pueblo veía la columna
de nube a la puerta de la tienda, se levantaba y se pos
traba cada uno a la entrada de su tienda. El Señor hablaba
con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un
amigo. Después Moisés volvía al campamento, mientras
Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba
del interior de la tienda. Moisés se quedó en la presencia
del Señor, y pronunció su nombre. El Señor pasó ante él
proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y miseri
cordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad, que
mantiene la clemencia hasta la milésima generación, que
perdona la culpa, el delito y el pecado, pero no los deja
impunes y castiga la culpa de los padres en los hijos y
nietos, hasta la tercera y cuarta generación». Moisés al
momento se inclinó y se postró en tierra. Y le dijo: «Si he
obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aun
que es un pueblo de dura cerviz; perdona nuestras culpas
y pecados y tómanos como heredad tuya». Moisés estuvo
allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches,
sin comer pan ni beber agua; y escribió en las tablas las
palabras de la alianza, las Diez Palabras.

Palabra de Dios.

Salmo 102
—• •—

MEl Señor es compasivo y misericordioso.
R/

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.M
R/
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo.M
R/
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen.M
R/
Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen.M
R/

Aleluya, aleluya, aleluya. La semilla es la palabra de Dios,
y el sembrador es Cristo; todo el que lo encuentra vive
para siempre.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,36-43

E n aquel tiempo, Jesús dejó
a la gente y se fue a casa. Los
discípulos se le acercaron a decirle: «Explícanos la pará
bola de la cizaña en el campo». Él les contestó: «El que

siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo
es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del
reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el ene
migo que la siembra es el diablo; la cosecha es el final de
los tiempos y los segadores los ángeles. Lo mismo que se
arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de
los tiempos: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y
arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los
que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego;
allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los
justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El
que tenga oídos, que oiga».
Palabra del Señor.

Oración sobre las ofrendas

Recibe, Señor, las ofrendas
que te presentamos gracias a tu generosidad,
para que estos santos misterios,
donde tu poder actúa eficazmente,
santifiquen los días de nuestra vida
y nos conduzcan a las alegrías eternas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios (Sal
102,2).
O bien:
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán mise
ricordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán
a Dios (Mt 5,7-8).

Oración después de la comunión

Hemos recibido, Señor, el santo sacramento,
memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo;
concédenos que este don,
que él mismo nos entregó
con amor inefable,
sea provechoso para nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Reflexión

La paciencia de Dios
El Señor y Creador del universo, Dios, que ha hecho
todas las cosas y las ha dispuesto con orden, se ha
mostrado no solamente lleno de amor a los hombres,
sino también paciente. Él siempre ha sido, es y seguirá
siendo el mismo: caritativo, bueno, dulce, veraz. Sin
embargo, cuando concibió su gran e inefable plan, solo
se lo comunicó a su Hijo único. Mientras que mante
nía oculto el plan de su sabiduría y lo reservaba, pare
cía descuidarnos y no preocuparse de nosotros. Pero
cuando lo reveló por medio de su Hijo amado y mani
festó lo que había preparado desde el principio, nos lo
ofreció todo a la vez: la participación en sus beneficios,
la visión y la inteligencia.
Hasta estos últimos tiempos, Dios permitió que nos
dejáramos llevar por nuestras inclinaciones desorde
nadas. No es que él se complaciera lo más mínimo
en nuestros pecados: únicamente toleraba ese tiempo
de iniquidad sin darle su consentimiento. Preparaba el
tiempo actual de la justicia para que, convencidos de
haber sido indignos de la vida durante este período
por razón de nuestros pecados, nos hiciéramos dignos
ahora por la bondad divina. Dios no nos ha odiado, ni
rechazado, no nos ha guardado rencor, sino que durante
mucho tiempo tuvo paciencia con nosotros.

Carta a Diogneto ,cap.8.
Anónimo, apología del cristianismo
dirigida a un pagano
a petición de este (200)