Jueves de la IV semana del Tiempo Ordinario

Templo Carmelitas

  • 19:00 Misa. Sufragio Josefa Rubio (3.º Aniversario)
  • A continuación exposición del Santísimo hasta las 20:30 h

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos 12,18-19. 21-24.

Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible,

a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Y tan terrible era el espectáculo, que Moisés exclamó: «Estoy temblando de miedo.» Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

Salmo

Sal 47 R/. Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo

Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra. R/.

El monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar. R/.

Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre. R/.

Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, oh Dios, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6,7-13

En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y decía: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Reflexión del Evangelio

De https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/

Jesús es el Mediador de la nueva alianza

El autor de esta Carta a los Hebreos contrapone lo sucedido en la antigua alianza sellada por Dios con el pueblo judío y lo sucedido en la nueva alianza sellada por Cristo con toda la humanidad.

El antiguo pueblo de Dios, vivía su relación con Dios con signos temerosos: “fuego encendido, densos nubarrones, tormentas, sonidos de la trompeta”… tan terrible era el espectáculo que Moisés exclamó: “Estoy temblando de miedo”.

Muy distinta es la alianza que hizo Jesús con toda la humanidad y vivida de muy distinta manera. Cristo con su sangre, “una sangre que habla mejor que la de Abel”, con su amor, nos regaló el reinado de Dios. Jesús  es “el Mediador de la nueva alianza”. Se formó la comunidad de los que aceptan y nombran a Dios como el Señor y Rey de sus vida… ya en esta vida terrena, y cuya culminación y plenitud se dará al final de los tiempos, en el cielo, cuando Dios y solo Dios sea el Rey de los que le han aceptado y para toda una eternidad, regalándoles la felicidad plena que todos anhelamos.

Los fue enviando de dos en dos

Después de un tiempo de convivencia con Jesús, donde les fue instruyendo en su mensaje, envía a los doce a predicar su buena noticia. Los envía de dos en dos “dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos”, es decir, sobre todo lo que hace daño al ser humano. El evangelio de Jesús va en contra de todo lo que no deja al hombre ser hombre y le ofrece lo que le conduce al sentido, a la alegría de vivir.

Nos sorprende el poco “equipaje” que Jesús pide a sus apóstoles a la hora de ir de pueblo en pueblo a predicar su buena noticia: Un bastón, ni pan, ni alforja, ni dinero, sandalias, una túnica. Como queriendo darles a entender que lo importante es el mensaje que tienen que predicar.

A nosotros, cristianos de 2021, también Jesús nos sigue enviando a predicar su buena noticia. “Id por todo el mundo y predicad el evangelio”. Nunca hemos de olvidar que es Jesús el que nos envía y nunca hemos de olvidar que a quien tenemos que predicar es a Jesús y su evangelio. Lo sabemos y experimentamos con dolor. Muchos contemporáneos nuestros no quieren saber nada de Jesús. La descristianización es patente. Pero queremos seguir haciendo caso a Jesús y predicar su buena noticia. Tendremos que ver los modos, las maneras, los medios… que hemos de emplear a la hora de evangelizar. Pero no podemos olvidarnos nunca que lo importante es el mensaje y el que está detrás del mensaje que es Jesús de Nazaret, el que es luz y salvación para todo hombre.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

Santa Catalina de Ricci

De https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/santa-catalina-de-ricci/

Dotada de admirable prudencia, fue superiora dieciocho años, ganando mucho las religiosas en lo espiritual y en lo temporal. Trabajó con solicitud en la atención de enfermos, hermanas o laicos. Fue muy consciente de la problemática que afectaba a la Iglesia y a la sociedad de su tiempo.

(1522-1590)

 

Nace de noble familia en 1522 y recibe el nombre de Alejandrina (Sandrina). Ya de muy niña, huérfana de madre, tenía una gran pasión por Cristo crucificado. A los doce años entra en el monasterio de San Vicente de las Hermanas de la tercera regla del santo Padre Domingo en la ciuda de Prato (Florencia) y, recibiendo el hábito de manos de su tío Timoteo Ricci, tomó el nombre de Catalina. Allí pudo finalmente perderse en la contemplación de Jesús crucificado. Durante doce años (1542-1554) revivió en su cuerpo, martizado por las llagas del Crucificado,la pasión del Salvador.

Llena del fuego del Espíritu Santo, buscando incansablemente la gloria del Señor, promovió la reforma de la vida regular, inspirada especialmente por fray Jerónimo Savonarola, a quien veneraba con agradecido afecto. Su amor la pasión del Señor la llevó a componer con versículos la sagrada Escritura una meditación reposada sobre los sufrimientos de Cristo, que los libros corales dominican han transmitido y que se canta cada viernes de cuaresma. La extraordinaria abundancia de carismas celestiales, junto con una exquisita prudencia y especial sentido práctico, hicieron de ella la superiora ideal y fue dos veces priora, repetidamente maestra de novicias. Al monasterio de San Vicente llegaron buscando consejo príncipes y prelados. Tuvo gran amistad con san Carlos Borromeo, san Felipe Neri, san Pío V y santa María Magdalena de’ Pazzi. De ella se conserva un abundante epistolario. Murió en Prato el 2 febrero de 1590. Fue beatificada por Clemente XII el 23 noviembre de 1732 y canonizada por Benedicto XIV el 29 junio de 1746. El cuerpo de la santa se venera en la basílica dedicada a san Vicente Ferrer en Prato.

Fuente: Liturgia de las Horas propio O.P., p. 588.

Al servicio de la Comunidad

Su único afán fue amar a Dios y servirlo, muy especialmente, en la ayuda incondicional al prójimo, comenzando por sus hermanas de comunidad; a ellas procuró todo tipo de bien espiritual y temporal. Cuando alguna enfermaba, la visitaba de día y de noche, consolándola y haciendo el buen oficio de madre.

Fue subpriora y priora del monasterio de San Vicente, a partir de 1548; aceptó y ejerció siempre el cargo con profunda humildad y por obediencia, aconsejándose de otros en los momentos difíciles. No aceptaba alabanzas, en especial las que se referían a su santidad. Pedía y hacía pedir en sus oraciones a otras personas que el Señor le quitara aquellos raptos y éxtasis, porque aborrecía toda ostentación y toda alabanza humana. Mereció ser oída después de doce años, pues tanto tiempo y no más duraron aquellos raptos públicos, es decir, del año 1540 al 1552. Por entonces la Iglesia estaba empeñada en la celebración del Concilio de Trento.

Tenía un gran dominio de sí misma, y así era afable en el trato con las hermanas; escuchaba pacientemente, corregía con gran bondad y compasión, amando a las personas y odiando los vicios. Defendía valientemente los intereses y derechos de su monasterio, y promovió cuanto pudo su progreso; durante su mandato se construyó una nueva iglesia.

Celo Apostólico

Fue muy consciente de la problemática que afectaba a la Iglesia y a la sociedad de su tiempo, y hasta se ofreció como víctima expiatoria para conseguir un remedio, en particular, para alcanzar la unidad de fe gravemente desgarrada. Su gran recurso era la oración y la penitencia.

Apoyó a las jóvenes para que pudieran contraer honesto matrimonio o ingresar en la vida religiosa; socorrió, sólo en el territorio de Prato, en torno a cien; nobles florentinos se encargaron de proporcionarle medios para este fin.

Ejercitó también su celo apostólico por medio de numerosas cartas que escribió a diferentes personas, al Maestro de la orden Serafino Cavalli, a San Felipe Neri (” 26 de mayo), a Francesco de Médicis, gran duque de Toscana, a Blanca Capello, gran duquesa de Toscana, al cardenal Julio de la Róvere, a Pierfrancesco de Gagliano, al obispo de Pistoya, Filippo Salviati, a Bonaccorso Bonaccorsi… A San Felipe Neri le decía que se sentía confundida porque un hombre tan ocupado en tan grandes tareas por la gloria de Dios se dignara escribirle; aplicaba sus sufrimientos por él, ya que la santa Iglesia le necesitaba muy de veras. A un novicio del convento de Santo Domingo de Fiésole le animaba a entregarse verdaderamente a Dios. A Blanca Capello le escribe con frecuencia asegurándole su oración y la de las hermanas; el 24 de agosto de 1587 le pedía que se dignara obtener del nuncio y del obispo de Pistoya la gracia de que tuvieran misa y sermón en el interior del monasterio, para poder seguirlo mejor, cosa que en las actuales circunstancias no conseguían por la amplitud de la iglesia. A Filippo Salviati le hablaba de su hija Cassandra; la veían inclinada a la vida religiosa, pero no querían en modo alguno presionarla. Estaba segura de que Cristo la quería para él y animaba a su padre a que no se opusiera.

Fr. Vito T. Gómez O.P.