Lunes de la XXXIII semana del Tiempo Ordinario

Templo de las Carmelitas

  • 19:00 Misa
  • 19:30 Adoración al Santísimo.

Primera Lectura

Lectura del libro del Apocalipsis

Ap 1,1-4; 2,1-5a: Recuerda de dónde has caído y arrepiéntete.

Esta es la revelación

que Dios ha entregado a Jesucristo, para que muestre a sus siervos

lo que tiene que suceder pronto.

Dio la señal enviando su ángel a su siervo Juan.

Este, narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios

y del testimonio de Jesucristo.

Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de esta profecía

y tienen presente lo que en ella está escrito, porque el plazo está cerca.

Juan a las siete iglesias de Asia:

Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene y de parte de los siete espíritus

que están ante su trono.

Oí una voz que decía desde el cielo: Al ángel de la Iglesia de Éfeso escribe así:

-Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y anda entre los siete candelabros de oro:

Conozco tu manera de obrar, tu fatiga y tu aguante; sé que no puedes soportar a los malvados,

que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo

y descubriste que eran unos embusteros.

Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga; pero tengo en contra tuya que has abandonado el amor primero. Recuerda de dónde has caído, conviértete y vuelve a proceder como antes.

Salmo

Sal 1,1-2.3.4.6: Al que salga vencedor le daré a comer del árbol de la vida.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos;
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos,
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón,
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.No así los impíos, no así:
serán paja que arrebata el viento,
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

Evangelio

Lc 18,35-43: ¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea otra vez.

 

En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna.

Al oír que pasaba ente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron:

-Pasa Jesús Nazareno.

Entonces gritó: -¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!

Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:

-¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.

Cuando estuvo cerca, le preguntó:

-¿Qué quieres que haga por ti?

El dijo:

-Señor, que vea otra vez.

Jesús le contestó:

-Recobra la vista, tu fe te ha curado.

Enseguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios.

Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.