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Templo de las Carmelitas
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Se trata de abrir los ojos, de asomarse a la vida, por dentro y por fuera. Sí, como una ventana que puede abrirse hacia dentro y hacia afuera. Desde ella aprenderemos a asomarnos y a descubrir lo que pasa en nuestro interior y a nuestro alrededor, a reconocer cuánto bueno encontramos en todo para agradecerlo. Invitándonos a mirar al mar, al horizonte, y a dejar entrar la luz que cambie nuestra visión y nos ayude a DESCUBRIR LO QUE PASA, quienes pasan, por qué pasa…
Invitando a nuestra comunidad a VER, a MIRAR con la razón y a MIRAR con las entrañas, con el corazón.
Si buscamos a Dios hemos de recogernos. Es la atención interior la que hace posible el encuentro con Dios. Dios no puede comunicarse con una persona interiormente distraída. Recogimiento no quiere decir aislamiento, incomunicación, soledad. No olvidemos que el silencio cristiano es abrirnos al Misterio de Alguien que me ama sin fin. Entonces el silencio es ir acallando nuestro ruido interior para acoger esa Presencia amorosa.
La comunicación con Dios exige verdad. Ante Dios no necesito disculparme, defenderme, justificarme, engañar, disimular. Puedo dejar de lado ese «personaje » que trato de ser ante los demás. Soy yo el que se ha de encontrar con Dios, no otro.
Nos pasamos la vida huyendo de nosotros mismos y de Dios. No es que hayamos tomado la decisión de «huir» de Dios. Pero lo cierto es que nos organizamos la vida de tal manera que no hay rendijas ni resquicios por los que pueda entrar.
Bien porque vivimos programados desde fuera, bien porque estamos girando en torno a nuestros intereses, bien porque vivimos de forma mecánica y aburrida, bien porque ya no nos interesa nada que no sea nuestro pequeño bienestar. La apertura al Misterio de Dios nos conduce poco a poco a la disponibilidad.
Para ser evangelizadores es necesario buscar sin cesar la voluntad de Dios en nuestra vida, descubrir lo que Dios quiere de nosotros para poder decirle SI desde dentro, con convicción y firmeza.
Nuestra misión es la misión de Jesús, que nos invita a Amar hasta el extremo, a dejar lo nuestro para alcanzar a los demás, a aportar un rayo de esperanza a nuestro alrededor. No es un camino fácil, son muchos los problemas que debemos sortear, muchas las ilusiones que no podemos cumplir… pero también son muchas las alegrías que recibimos por darnos sin límites, por hacer de nuestra vida un camino que nos acerque a los demás y a Dios.
La misión que tenemos como creyentes nos impulsa a transformar el mundo, a hacerlo mejor y más solidario, más cercano a quienes nos necesitan.
Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (9,13-18):
¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?,
o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere?
Los pensamientos de los mortales son frágiles
e inseguros nuestros razonamientos,
porque el cuerpo mortal oprime el alma
y esta tienda terrena abruma la mente pensativa.
Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra
y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance,
¿quién rastreará lo que está en el cielo?,
¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría
y le envías tu santo espíritu desde lo alto?
Así se enderezaron las sendas de los terrestres,
los hombres aprendieron lo que te agrada
y se salvaron por la sabiduría».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 89
R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
V/. Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.
V/. Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.
V/. Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervo. R/.
V/. Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón (9b-10.12-17):
Querido hermano:
Yo, Pablo, anciano, y ahora prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien engendré en la prisión Te lo envío como a hijo.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo: así me harás este favor, no a la fuerza, sino con toda libertad.
Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido, que silo es mucho para mí, cuánto más para ti, humanamente y en el Señor.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio
A la mayoría de nosotros nos enseñaron de pequeños lo que estaba bien y lo que estaba mal, lo que se podía y lo que no se podía hacer. Y algunos nos hemos quedado ahí. Siempre esperando que alguien nos diga lo que tenemos que hacer. Pero la verdad es que ser cristiano no hace más fácil nuestra vida como personas. Ser cristiano no es una especie de almohadón o colchón que nos protege de todos los peligros del mundo.
Ser cristiano no es haber encontrado un refugio, a veces físicamente en la Iglesia, donde guardarnos de los dolores y problemas que encontramos en nuestra vida familiar o en nuestro trabajo. Ser cristiano no es una llamada a ser niños que preguntan siempre a papá (en este caso, al sacerdote) para que les diga lo que tiene que hacer.
Ser cristiano es, por el contrario, una llamada a crecer como personas, a madurar, a ser responsables, a vivir en libertad, a tomar nuestras propias decisiones, a arriesgar. No es porque así ganemos el premio de la vida sino porque esa forma de vivir es la Vida en sí misma. El “designio de Dios”, como dice la primera lectura, es que vivamos en libertad.
Jesús en el Evangelio nos invita a seguirle. Pero no nos dice lo que tenemos que hacer en cada momento. Nos dice que seguirle a él es la condición para llegar a la vida y que hemos de estar dispuestos a dejarlo todo, absolutamente todo, para seguirle a él.
Jesús nos invita a vivir así el don de la libertad, a liberarnos de todas las ataduras que nos esclavizan. La familia es a veces una invitación a mantenernos siempre niños, a ser uno más del rebaño, a hacer no lo que debemos hacer sino lo que a los demás les parece bien que hagamos. Seguir a Jesús es dejar la casa donde vivimos. Quizá no en el sentido físico o geográfico sino en el sentido afectivo. Dejar ese lugar mental donde nos sentimos seguros, donde ya tenemos respuestas para todo. Seguir a Jesús es salir a la intemperie, dejarnos afectar por lo que piensan, sienten y sufren nuestros hermanos, los hombres y mujeres de este mundo.
Cargar con nuestra cruz significa aceptar nuestras heridas y limitaciones, nuestros errores del pasado. No negarlas sino asumir que son parte de nuestra historia, de nuestro ser. Y caminar con la mirada puesta al frente, confiando en que Dios curará todas esas heridas, confiando en que el don de la libertad, del encuentro gozoso con el hermano y con Dios, compensará con creces todo lo que hayamos dejado atrás.
Ser cristiano y seguir a Jesús tiene mucho que ver con aprender a ser libre y, en libertad, descubrir que somos hijos de Dios y hermanos de todos. Jesús nos muestra el camino y nos enseña que sólo dejándolo todo podremos encontrarnos con la vida y la felicidad.
Para la reflexión:
Cuándo he tomado decisiones importantes en mi vida ¿me he dejado llevar por lo que opinaban los demás? ¿Me ha preguntado qué habría hecho Jesús en una situación similar? ¿Creo que, si hubiera actuado como Jesús, habría sido más feliz?
Avisos Parroquiales
Cáritas Parroquial:
- Acogida. Lunes 9 de septiembre de 18 h a 19 h, en el Centro parroquial.
Adoración al Santísimo:
- Todos los sábados de 19 h a 20 h, en la Ermita El Salvador.
Matrícula de los Cursos de Iniciación Cristiana: (catequesis de comunión, postcomunión y confirmación)
- Martes 17 y 24 de septiembre de 18:30 h a 20 h. Jueves 19 y 26 de septiembre de 19 h a 20 h.
En la Oficina Parroquial El Salvador.