Viernes después de la Epifanía

Ermita del Salvador

  • 19:30 Rosario
  • 20:00 Misa

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (5,5-13):

¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo. Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios, un testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene dentro el testimonio. Quien no cree a Dios le hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y éste es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 147,12-13.14-15.19-20

R/. Glorifica al Señor, Jerusalén

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R/.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,12-16):

Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: «Señor, si quieres puedes limpiarme.»
Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida le dejó la lepra.
Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio

De catholic.net

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Solo quiero que el día de hoy nos quedemos con una sola idea de este Evangelio, «y Jesús extendió la mano y lo tocó». Nuestro Señor rompió todas las barreras, traspasó los límites que la sociedad tenía contra los leprosos; no le importó que podían decir de Él y simplemente lo sano extendiendo su mano. Nosotros, como cristianos, podemos ayudar a tantos hermanos en Cristo, tan solo extendiendo nuestras manos hacia ellos, sin dejarnos llevar por el respeto humano, sin importar que digan los demás de nosotros, o de las obras buenas que podamos hacer por nuestros hermanos. Que realmente en nuestras vidas seamos la extensión del amor de Cristo hacia los demás:  aquellos que más lo necesitan, los más desamparados, los marginados, los que no tienen un techo ni un hogar y de manera especial aquellos que necesitan del amor del Señor, todo a través de nuestras manos.
Pidamos el auxilio maternal de María santísima, que ella que siempre extendió sus manos hacia los más necesitados nos conceda la gracia de hacerlo como lo hizo su Hijo.

«Hermanos y hermanas, ninguna enfermedad es causa de impureza: la enfermedad ciertamente involucra a toda la persona, pero de ningún modo afecta o le inhabilita para su relación con Dios. De hecho, una persona enferma puede permanecer aún más unida a Dios. En cambio, el pecado sí que te deja impuro. El egoísmo, la soberbia, la corrupción, esas son las enfermedades del corazón de las cuales es necesario purificarse, dirigiéndose a Jesús como se dirigía el leproso: “Si quieres, puedes limpiarme”
(Homilía de S.S. Francisco, 11 de febrero de 2018).