13 de mayo. La Ascensión del Señor

XIII Peregrinación, a  la Basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia.

  • 01:30  Parroquia de San Bartolomé de Godella

Templo de las Carmelitas

  • 10:30 Misa
  • 19:30 Rosario
  • 20:00  Misa. Sufragio Margarita Álvarez  Dauden y difuntos de la familia Benito Simón.

Ermita del Campolivar

  • 11:30. Misa. Sufragio Mercedes Reig Vicente.

Ermita del Salvador

  • 12:30. Misa

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (1,1-11):

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.»
Ellos lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 46,2-3.6-7.8-9

R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas

Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,17-23):

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Palabra de Dios

Evangelio

Conclusión del santo evangelio según san Marcos (16,15-20):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en m¡ nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio

Quienes se acercan hoy a una comunidad cristiana no se encuentran directa-
mente con el Evangelio. Lo que perciben es el funcionamiento de una religión
envejecida, con graves signos de crisis. No pueden identificar con claridad en el
interior de esa religión la Buena Noticia proveniente del impacto provocado por
Jesús hace veinte siglos.
Por otra parte, muchos cristianos no conocen directamente el Evangelio. Todo lo
que saben de Jesús y su mensaje es lo que pueden reconstruir de manera parcial
y fragmentaria escuchando a catequistas y predicadores. Viven su religión priva-
dos del contacto personal con el Evangelio.
¿Cómo podrán proclamarlo si no lo conocen en sus propias comunidades? El
Concilio Vaticano II ha recordado algo demasiado olvidado en estos momen-
tos: “El Evangelio es, en todos los tiempos, el principio de toda su vida para la
Iglesia”. Ha llegado el momento de entender y configurar la comunidad cristiana
como un lugar donde lo primero es acoger el Evangelio de Jesús.
Nada puede regenerar el tejido en crisis de nuestras comunidades como la fuerza
del Evangelio. Solo la experiencia directa e inmediata del Evangelio puede revita-
lizar a la Iglesia. Dentro de unos años, cuando la crisis nos obligue a centrarnos
solo en lo esencial, veremos con claridad que nada es más importante hoy para los
cristianos que reunirnos a leer, escuchar y compartir juntos los relatos evangélicos.
Lo primero es creer en la fuerza regeneradora del Evangelio. Los relatos
evangélicos enseñan a vivir la fe, no por obligación sino por atracción. Hacen vivir
la vida cristiana, no como deber sino como irradiación y contagio.Es posible intro-
ducir ya en las parroquias una dinámica nueva. Reunidos en pequeños grupos,
en contacto con el Evangelio, iremos recuperando nuestra verdadera identidad
de seguidores de Jesús.
Hemos de volver al Evangelio como nuevo comienzo. Ya no sirve cualquier
programa o estrategia pastoral. Dentro de unos años, escuchar juntos el Evan-
gelio de Jesús no será una actividad más entre otras, sino la matriz desde la
que comenzará la regeneración de la fe cristiana en las pequeñas comunidades
dispersas en medio de una sociedad secularizada.
Tiene razón el papa Francisco cuando nos dice que el principio y motor de la
renovación de la Iglesia en estos tiempos hemos de encontrarlo en «volver a la
fuente y recuperar la frescura original del Evangelio»