22 de abril. IV Domingo de Pascua

Templo de las Carmelitas

  • 10:30 Misa
  • 20:00  Misa. Sufragio Margarita Álvarez  Dauden,

Ermita del Campolivar

  • 11:30. Misa

Ermita del Salvador

  • 12:30. Misa

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,8-12):

En aquellos días,

Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido en nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 117,1.8-9.21-23.26.28-29

R/. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tu eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-2):

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,11-18):

En aquel tiempo dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Antes de conocer al pastor y su bondad, conozcamos primero a las ovejas. El concepto bíblico de oveja no es nuestro concepto moderno de personas que van donde todos van, que hacen lo que todos hacen, que no piensan y siguen ciegamente a un líder. Esto es todo lo contrario a las ovejas que quiere el Señor. Las ovejas que quiere Jesús son aquellas que, teniendo la capacidad de escuchar, le siguen porque conocen la bondad del pastor, es decir, han decidido hacerlo.

Jesús también tiene otras ovejas que están con otros pastores que las maltratan, les quitan su lana, les han dado una falsa imagen del verdadero pastor; no obstante, tienen toda la libertad de rechazar o seguir al verdadero pastor.

¡Qué alegría hay en el cielo por una oveja que rompa su esclavitud de los falsos pastores!

Jesús, el verdadero pastor, dice: «doy mi vida», esto es un acto voluntario y en tiempo presente, no dice «daré mi vida», ni «dí» mi vida. «Doy» significa que Cristo está derramando toda su sangre por ti y, esto se cumple en la Eucaristía, que es el mismo calvario. Si hoy escuchas la voz del Señor que te llama a regresar, no endurezcas tu corazón, sal de tu Egipto, hacia la libertad de los hijos de Dios. ¡Haz tu pascua!

«No podemos hacer nada sin amor. Un gesto de amor una mirada de amor… Tú podrás hacer programas para ayudarles, pero sin amor… Y amor es “dar la vida”. Él ha dado el ejemplo, ha dado la vida. Amar. Si tú no eres capaz, o al menos tú no has —y digo “tú” pero lo digo a todos, porque ella ha hecho la pregunta, pero lo digo a todos— si tú no tienes el corazón dispuesto a amar —el Señor nos enseña a amar— no podrás realizar una buena misión. La misión pasará como una aventura, un turismo. Prepararse e ir con un corazón dispuesto a amar. Ayudarles a amar.»
(Homilía de S.S. Francisco, 27 de mayo de 2017).