1 de agosto. Martes XVII del tiempo ordinario. San Alfonso María de Ligorio

Ermita del Salvador

19:30. Santo Rosario

20:00. Misa. Sufragio: difuntos de la parroquia

Evangelio de hoy

En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. »De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga». (Mt 13,36-43)

San Alfonso María de Ligorio

Nacido en la nobleza napolitana e hijo de militar, Alfonso era un alumno superdotado, atraído por la música, la pintura el dibujo y la arquitectura. Pero también era caballero de Cristo y, como misionero popular y superior general de su Congregación y obispo, llevó a cabo una gran labor. Llegó a ser un joven abogado, en cambio, renunció a los tribunales, estudió Teología y recibió el sacerdocio en la Catedral de Nápoles con 30 años. En una de sus misiones cae enfermo y se retira a la zona de Amalfi para descansar. En 1732 nació la congregación de los Misioneros Redentoristas y desde entonces pasó 30 años dedicado a la misión, la dirección de su grupo y la publicación de obras. Murió el 1 de agosto de 1787 con 90 años de edad.