31 de julio. Lunes XVII del tiempo ordinario. San Ignacio de Loyola

Ermita del Salvador

19:30. Santo Rosario

20:00. Misa. Intención: enfermos e impedidos

Evangelio de hoy

En aquel tiempo, Jesús propuso todavía otra parábola a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo.

Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas». Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo». Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: ‘Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo’. (Mt 13,31-35)

San Ignacio de Loyola

Nació en el Castillo de Loyola (España) en 1491 y fue bautizado como Íñigo. Un baluarte de verdad y orden ante el protestantismo. Quiso ser militar, en cambio, con 31 años cayó herido en ambas piernas con una bala. Cuando convalecía de unas heridas de guerra, se convirtió comenzando una vida de oración y penitencia. Desde entonces, empezó sus estudios de Teología que culminó en París. Allí reunió un grupo de discípulos con los que había de fundar más tarde, en Roma, la Compañía de Jesús. Ejerció un fecundo apostolado e impulsó la expansión de su Orden por todo el mundo, contribuyendo grandemente a la reforma de la Iglesia. Toda su felicidad consistía en trabajar por Dios y sufrir por su causa. Murió en Roma el año 1556.