Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: ‘¿Adónde vas?’. Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando Él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado». (Jn 16,5-11)
San Desiderio
Aceptó ser obispo desde muy joven. Cuando su Apostolado era brillante, se le presentó Brunehaut, la mujer que gobernaba Austrasia en nombre de su nieto Thierry II. Desiderio tuvo que atacar con dureza los vicios de la corte y la gobernanta convocó un concilio en Chalon con la única intención de que este hombre de Dios se callara. El santo obispo se encontró a una mujer llamada Justa que le acusó de violación. Didier fue condenado al exilio. Pero resulta que la mujer y su cómplice murieron a los tres años de su falsa acusación. La reina vio en ello un castigo del cielo. Temiendo igual suerte para ella, hizo que Didier volviera a su sede episcopal.