Dedicación de la Basílica de Letrán

Ermita del Salvador

  • 19:00 a 20:00 Adoración al Santísimo, cantos, acción de
    gracias…

Ermita de Campolivar

  • 19:00 Misa del XXXII domingo del Tiempo Ordinario. Sufragio Agustín Alonso

Templo de las Carmelitas

  • 20:00 Misa del XXXII domingo del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (47,1-2.8-9.12):

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante –el templo miraba a levante–. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho.
Me dijo: «Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 45,2-3.5-6.8-9

R/. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R/.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,9c-11.16-17):

Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-22):

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Palabra del Señor

Reflexión

De ciudad redonda

Juan Carlos Martos, cmf

Hermanas y hermanos:

Celebramos hoy una fiesta poco conocida: la Dedicación de la basílica de Letrán, que es la Catedral del Papa, obispo de Roma. Tal día como hoy –el 9 de noviembre del 324– acabadas las persecuciones, los cristianos dedicaron a «El Salvador» esta basílica laterana, edificada sobre el monte Celio. En ella residieron los sucesores de Pedro durante siglos y en ella tomaban posesión de su cargo. Por ello, se la considera la madre y cabeza de todas las iglesias del mundo.

Es significativo que la liturgia de la Palabra nos proponga para hoy el relato de la expulsión de los vendedores del templo. El evangelista Juan coloca este episodio a continuación de las bodas de Caná, donde Jesús transforma en “vino nuevo y bueno” el agua de las tinajas. Aquella agua, destinada para la purificación de los judíos, era símbolo palmario de la religión judía. Al encadenar ambos relatos se resalta, entre otras cosas, que una religión puede ser hueca y vacía, aunque sus apariencias sean espléndidas, si le falta el espíritu y la autenticidad. Directamente es una advertencia crítica para nosotros. Nuestra “vida cristiana” puede quedar sin corazón y convertirse en un trapicheo o en un artificio para comprar a Dios. Esa condena de una religión sin fe y sin espiritualidad se ha dado siempre y se sigue dando frecuentemente.

Este episodio ha quedado además marcado en la tradición cristiana como un hito, por dar pie a la acusación concluyente y posterior condena de Jesús a muerte por oponerse provocativamente a los abusos que se hacían en el templo. Juan ha adelantado al comienzo de su actividad lo que los otros evangelios proponen al final (Mc 11,15-17; Mt 21,12-13; Lc 19,45-46). Por tanto no es una anécdota más. Funda la causa de la muerte de Jesús. Este reclama la dignidad y el valor del templo, al que denomina “la casa de mi Padre”. Cuando Dios lo habita, su belleza se refleja en las actitudes del corazón de sus fieles. El valor del templo está en que impulse la auténtica relación con Dios y el verdadero culto y, junto a ello la auténtica relación con los otros en fraternidad y servicio. Jesús inaugura e impulsa una nueva relación con Dios más auténtica, fraterna y “espiritual”, que transforma a las personas, hasta el punto de convertirse Él mismo en el nuevo Templo de Dios. En nuestra época, en la que nuestros coetáneos abarrotan otros templos -cines, estadios, grandes superficies comerciales, discotecas…- bueno será recordar la belleza del salmo: «Hasta el gorrión ha encontrado una casa y la golondrina un nido: tus altares, Señor de los ejércitos»

Hermano en el Señor
Juan Carlos cmf

Dedicación de la Basílica de Letrán

De aciprensa

Basílica significa: “Casa del Rey”.

En la Iglesia Católica se le da el nombre de Basílica a ciertos templos más famosos que los demás. Solamente se puede llamar Basílica a aquellos templos a los cuales el Sumo Pontífice les concede ese honor especial. En cada país hay algunos.

La primera Basílica que hubo en la religión Católica fue la de Letrán, cuya consagración celebramos en este día. Era un palacio que pertenecía a una familia que llevaba ese nombre, Letrán. El emperador Constantino, que fue el primer gobernante romano que concedió a los cristianos el permiso para construir templos, le regaló al Sumo Pontífice el Palacio Basílica de Letrán, que el Papa San Silvestro convirtió en templo y consagró el 9 de noviembre del año 324.

Esta basílica es la Catedral del Papa y la más antigua de todas las basílicas de la Iglesia Católica. En su frontis tiene esta leyenda: “Madre y Cabeza de toda las iglesias de la ciudad y del mundo”.

Se le llama Basílica del Divino Salvador, porque cuando fue nuevamente consagrada, en el año 787, una imagen del Divino Salvador, al ser golpeada por un judío, derramó sangre. En recuerdo de ese hecho se le puso ese nuevo nombre.

Se llama también Basílica de San Juan (de Letrán) porque tienen dos capillas dedicadas la una a San Juan Bautista y la otra a San Juan Evangelista, y era atendida por los sacerdotes de la parroquia de San Juan.

Durante mil años, desde el año 324 hasta el 1400 (época en que los Papas se fueron a vivir a Avignon, en Francia), la casa contigua a la Basílica y que se llamó “Palacio de Letrán”, fue la residencia de los Pontífices, y allí se celebraron cinco Concilios (o reuniones de los obispos de todo el mundo). En este palacio se celebró en 1929 el tratado de paz entre el Vaticano y el gobierno de Italia (Tratado de Letrán). Cuando los Papas volvieron de Avignon, se trasladaron a vivir al Vaticano. Ahora en el Palacio de Letrán vive el Vicario de Roma, o sea el Cardenal al cual el Sumo Pontífice encarga de gobernar la Iglesia de esa ciudad.

La Basílica de Letrán ha sido sumamente venerada durante muchos siglos. Y aunque ha sido destruida por varios incendios, ha sido reconstruida de nuevo, y la construcción actual es muy hermosa.

San Agustín recomienda: “Cuando recordemos la Consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo’. Ojalá conservemos nuestra alma bella y limpia, como le agrada a Dios que sean sus templos santos. Así vivirá contento el Espíritu Santo en nuestra alma”.