Lunes de la XI semana del Tiempo Ordinario

Ermita del Salvador

  • 19:30 Rosario
  • 20:00 Misa

Primera lectura

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6,1-10):

Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97,1.2-3ab.3cd-4

R/. El Señor da a conocer su victoria

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,38-42):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.»

Palabra del Señor

 

EN EL SAGRADO CORAZÓN, HALLAREMOS LA PROTECCIÓN MÁS EFICAZ

En ocasiones estamos rodeados de enemigos y no nos damos cuenta o no nos queremos dar cuenta. Necesitamos a un protector que nos cuide, que nos acompañe, que no proteja, ante los embates del mal.

Todo lo que es enemigo de Jesucristo es por consecuencia también enemigo de nosotros, los cristianos. En algunos momentos, cuando contemplamos el mundo y su sociedad, y vemos las guerras, la pobreza, las mentiras y engaños, los odios y rencores, el ansia de poder y de dinero, … nos pudiera parecer que todo se debe a la casualidad de la vida o al desarrollo de la sociedad. Dejamos de lado completamente la acción del demonio y sus tretas. La acción más grande del maligno es hacernos creer que él no tiene nada que ver o más aún, pensar que no existe.

Así como Dios todo lo ha puesto a mi servicio para salvarme, así el demonio pone todo lo que puede en juego, para perderme.

¿Hay esperanza de salvación para el hombre en medio de tanta desesperación y tentación?

Medita unos minutos.

Sí. Tienes un protector más fuerte que todos tus enemigos, y es seguro que nada puede el infierno entero contra el poder de Jesús. Ampárate al Sagrado Corazón de Jesús. Tómale por escudo, y avanza valerosamente. Di con seguridad: «El Señor es mi amparo; no temeré cualquier cosa que pueda hacer contra mí el enemigo. El Señor es mi defensor, ¿qué puede atemorizarme?

¡Dame fuerza, Sagrado Corazón! Están el mundo, el demonio y la carne contra mí. Pero sé que no estoy solo, no, sino contigo, mi bien, mi amparo, mi protector y mi fortaleza. No les temo a los enemigos.

A tu lado estoy y no desfalleceré. Caigan a mi derecha mil, y diez mil a mi izquierda, no me tocarán a mí los dardos del perseguidor. Clamaré al Señor, y me oirá.

Sí, protector mío, Corazón de Jesús, en tu poder he puesto tal confianza, y sé que no me fallará.

Rezar hoy la oración a San Miguel Arcángel: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanza del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes; y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno con el divino poder a satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén”.

¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!