27 de febrero. Martes de la II semana de Cuaresma

Ermita del Salvador

  • 19:30 Rosario
  • 20: 00 Misa. Sufragio Isabel González Franco

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (1,10.16-20):

OÍD la palabra del Señor,
príncipes de Sodoma,

escucha la enseñanza de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra.
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista
vuestras malas acciones.
Dejad de hacer el mal,
aprended a hacer el bien.
Buscad la justicia,
socorred al oprimido,
proteged el derecho del huérfano,
defended a la viuda.
Venid entonces, y discutiremos
—dice el Señor—.
Aunque vuestros pecados sean como escarlata,
quedarán blancos como nieve;
aunque sean rojos como la púrpura,
quedarán como lana.
Si sabéis obedecer,
comeréis de los frutos de la tierra;
si rehusáis y os rebeláis,
os devorará la espada
—ha hablado la boca del Señor—».Palabra de Dios

Salmo

Sal 49,8-9.16bc-17.21.23

R/. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios

V/. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R/.

V/. ¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R/.

V/. Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R/.

Evangelio de mañana

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,1-12):

EN aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor

Medita lo que dice el Evangelio

De catholic.net

En la oración, frecuentemente, le pedimos al Señor que nos haga mejores cristianos, mejores personas, que sepamos vivir conforme al Evangelio.

En tiempos de Jesús, había gente que hacía algo similar, los fariseos. Ellos no eran gente tan mala, querían amar a Dios con todas sus fuerzas y hasta predicaban para que otros conocieran la Ley de Dios. El problema de ellos era su dureza de corazón y que, con el deseo de que se cumpliera hasta la más mínima regla de la Ley, hicieron de la fe algo insoportable. ¿Habrá fariseos todavía?

Todos, en algún momento de nuestra vida, en diferentes circunstancias, hemos sido fariseos para otros. Hoy, Jesús nos quiere regalar la cura para que nuestra relación con Él y la vivencia de nuestra fe sean como conviene a un verdadero discípulo de Cristo. «El que quiera ser el primero, que se haga servidor» ¿Cómo no seguir a alguien que nos enseña con el ejemplo y se pone a lavar los pies a sus apóstoles? Los fariseos eran terriblemente serios y amargados; el cristianismo debe ser la fe de la humildad y la alegría, la fe de la gente que sabe sacar el bien de donde todos ven solo el mal.

Jesús nos sigue lavando en su sangre en la confesión y en la Eucaristía ¿Cómo no parecerse a aquel que entra hasta lo más profundo de nuestra alma? Dejémosle actuar, no endurezcamos nuestro corazón y no hagamos de la fe una carga insoportable para nuestros hermanos.

«Nosotros discípulos de Jesús no debemos buscar título de honor, de autoridad o de supremacía. Yo os digo que a mí personalmente me duele ver a personas que psicológicamente viven corriendo detrás de la vanidad de las condecoraciones. Nosotros, discípulos de Jesús, no debemos hacer esto, ya que entre nosotros debe haber una actitud sencilla y fraterna. Todos somos hermanos y no debemos de ninguna manera dominar a los otros y mirarlos desde arriba. No. Todos somos hermanos
(Homilía de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2017).