Miércoles de la XVIII semana del Tiempo Ordinario

Ermita del Salvador

  • 19:00. Misa

Lecturas

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), religiosa y mártir, patrona de Europa, fiesta

Si 51,1-8: Me auxiliaste con tu gran misericordia.

Quiero darte gracias, Señor, Rey, y alabarte, oh Dios mi salvador, a tu nombre doy gracias.

Pues protector y auxilio has sido para mí, y has rescatado mi cuerpo de la perdición, del lazo de la lengua insidiosa, de los labios que urden mentira; frente a mis adversarios has sido auxilio y me has rescatado,

según la abundancia de tu misericordia y la gloria de tu nombre, de las dentelladas de los dispuestos a devorarme, de la mano de los que buscan mi alma, de las muchas tribulaciones que he sufrido,

del ahogo del fuego que me envolvía, de entre el fuego que yo no había encendido,

de la hondura de las entrañas del seol, de la lengua impura, de la palabra mentirosa,

de calumnia de lengua injusta ante el rey. Cerca de la muerte estaba mi alma, mi vida estaba junto al seol, abajo.

Por todas partes me asediaban y no había quien auxiliara, volví los ojos a un apoyo humano y no había ninguno.

Entonces me acordé de tu misericordia, Señor, y de tu actuación desde la eternidad, que tú levantas a los que en ti esperan, y los salvas de la mano de enemigos.

Sal 30,3-6.16-17: A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Sé tú mi fortaleza y mi refugio,
mi muro de resguardo.
Pues eres mi refugio y fortaleza,
por tu nombre, Señor, guía mis pasos.

En tus manos encomiendo mi espíritu
y tu lealtad me librará, Dios mío.
Tu amor, Señor, me llenará de gozo
cuando te hayas de mí compadecido.

Líbrame del poder de mi enemigo
que viene tras mis pasos.
Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo
y por tu amor tan grande, ponme a salvo.

Mt 10,28-33: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo.

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed ante todo al que puede hacer perder alma y cuerpo en el infierno. ¿Acaso no se vende un par de pajarillos por un as? Pues bien, ni uno solo de ellos caerá en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Por tanto, no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos.

A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos. Pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.