Templo Carmelitas
- 19:00 Misa, novena a la Virgen de los Desamparados. Sufragio Rigoberto López.
- A continuación rezo del Santo Rosario
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15,22-31):
EN aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabá, y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y enviaron por medio de ellos esta carta:
«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad. Habiéndonos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus palabras, desconcertando vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad, elegir a algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto. Saludos».
Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la comunidad y entregaron la carta. Al leerla, se alegraron mucho por aquellas palabras alentadoras.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 56,8-9.10-12
R/. Te daré gracias ante los pueblos, Señor
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora. R/.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,12-17):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor
Reflexión
De https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/comentario-de-manana
Queridos amigos.
La regla de oro de la Antigüedad era amar a los demás como a uno mismo. Jesús dice que hay que amar “como yo os he amado”. El ideal del amor es vivir como vivió Jesús que llegó a la cima de este amor entregando su vida en la cruz por todos sin distinción. Esta es la “novedad” –“un mandamiento nuevo os doy”-. Es un mandamiento típico e inconfundible que supera toda regla humana. Pero dar la vida no es solo morir por el hermano si se presenta la ocasión, sino gastar la propia vida para que sean felices los que viven junto a mí; soportar las malas caras, aceptar los límites del carácter de los demás, no extrañarse de sus contradicciones ni de sus pecados, aceptar a mi prójimo tal como es y no tal como debería ser o me gustaría que fuera, poner al otro por encima de mí mismo, procurar el bien del otro por encima de mi propio bien. Y esto como valor fundamental de la vida.
Quien vive el mandamiento del amor como lo vivió Jesús es su verdadero y auténtico amigo: “vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”. Esta es la verdadera amistad. Esta es la amistad que tenemos que vivir los que nos llamamos discípulos suyos. Para vivir una amistad así hay que estar muy unido a Jesús –la vid-. Como dice Santa Teresa de Lisieux: “Cuanto más unida estoy a él (Jesús) tanto más amo a mis hermanas”.
La práctica del mandamiento nuevo hace nuevo al mundo, lo renueva, lo cambia, lo transforma. La mayor contribución de los cristianos a la sociedad es la vivencia y el testimonio del amor fraterno: “mirad cómo se aman…” decían los que veían cómo vivían los primeros cristianos. Ya dijo Jesús: “un poco de levadura fermenta toda la masa”, y “cuidaos con la levadura de los fariseos”. Lo importante no es que seamos muchos o pocos, sino que seamos santos. Para esto nos eligió Jesús y nos envió al mundo para transformarlo. La misión de los cristianos en el mundo es ser como el alma en el cuerpo: lo vivifica, lo impulsa, lo une, lo renueva continuamente, lo perfecciona… Es una misión callada pero muy eficaz; es una misión sin deslumbrar, pero brillante; es una misión sin apariencia pero imprescindible. Sin alma el cuerpo está muerto; sin el testimonio de los cristianos el mundo va a la deriva.
José Luis Latorre
Misionero Claretiano