2 de enero. Feria de Navidad

Aforo 30%

Templo Carmelitas 

  • 19:00 Adoración al Santísimo, cantos, acción de gracias
  • 20:00 Misa del Segundo Domingo después de  Navidad

Ermita Virgen Desamparados – Campolivar

  • 19:00 Misa del Segundo Domingo después de Navidad

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,22-28):

¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?

Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre. En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre; y ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna. Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros. Y en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas –y es verdadera y no mentirosa– según os enseñó, permanecéis en él. Y ahora, hijos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su venida.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97

R/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,19-28):

Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino del Señor», como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio

De https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/comentario-homilia/?f=2021-01-02

Luis Manuel Suarez, cmf

Queridos amigos:

El Evangelio de hoy nos presenta una pregunta clave: “¿Tú quién eres?”. Es la pregunta que le hacen los sacerdotes y los levitas enviados desde Jerusalén, seguramente alarmados por su predicación y por su acción de bautizar a orillas del río Jordán.

Ante esa pregunta, las primeras respuestas de Juan son negativas: comienza diciendo lo que “no es” (el Mesías, Elías, el Profeta). Solo cuando le reformulan la pregunta –“¿qué dices de ti mismo?”- llega a responder en afirmativo: “la voz que grita en el desierto… el que no soy digno de desatar(le) la correa de la sandalia…”. En este relato, Juan aparece como un hombre auténtico. No quiere suplantar al Mesías. Simplemente se considera su mensajero. Ocupa su papel, favoreciendo el papel del que le sucede.

El comienzo de un nuevo año puede ser un buen momento para preguntarse: “¿Tú quién eres?”. No es una pregunta que nos hagamos todos los días, pero la respuesta que demos puede tener sus consecuencias para la vida de cada día.

Quizá como Juan sea más fácil comenzar diciendo lo que no somos. No somos dioses. Tampoco somos demonios. No somos animales irracionales. Tampoco somos ángeles. En unas coordenadas intermedias entre la fuerza y la debilidad, el orden y el caos, se mueve nuestra humanidad.

Entonces, “¿qué dices de ti mismo?”. Nos definen nuestra relación con otras personas (ser hijo / hermano / esposo o esposa / padre o madre). Nos define nuestro rol (profesión o tarea en la vida). Nos define nuestra historia (“soy el que ha vivido esto y lo otro”, tanto momentos cumbre como dificultades profundas). Y nos define, en lo profundo, nuestra fe y el lugar que ella nos da en el mundo, como hijos de un mismo Padre y hermanos de todos.

Que al responder hoy a estas preguntas puedas tener la lucidez de Juan, que no se ponía por encima de lo que era, ni tampoco por debajo. Y que podamos dejar que sea el Señor quien responda a esa pregunta, porque tal respuesta será la más real y auténtica que podamos dar. Para que ese “ser” anime nuestro “actuar”. ¿Tú quién eres?, ¿qué dices de ti mismo?

Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF (@luismanuel_cmf

San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno

De https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=5

San Basilio se consagró al servicio como Arzobispo de Cesarea, Doctor de la Iglesia y Patriarca de los Monjes de Oriente. Nació en Cesarea, la capital de Capadocia, en el año 329. Entre sus nueve hermanos figuraron : San Gregorio de Nissa, Santa Macrina la joven y San Pedro de Sevaste. Su padre era San Basilio el viejo, y su madre, Santa Emelia. Inició su educación en Constantinopla y la completó en Atenas. Allá tuvo como compañero de estudio a San Gregorio Nazianceno, quien se convirtió en su amigo inseparable. Cuando Basilio recibió el bautismo, tomó la determinación de servir a Dios dentro de la pobreza evangélica.

Comenzó por visitar los monasterios de Egipto, Palestina Siria y Mesopotamia, con el propósito de observar y estudiar la vida religiosa. Se estableció en un paraje agreste en la región del Ponto, separado de Annesi, por el río Iris. En aquel retiro solitario se entregó a la plegaria y al estudio. Formó el primer monasterio que hubo en Asia Menor, organizó la existencia de los religiosos y enunció los principios que se conservaron a través de los siglos y hasta el presente gobiernan la vida de los monjes en la Iglesia de oriente. San Basilio practicó la vida monástica propiamente dicha durante cinco años solamente, pero en la historia del monaquismo cristiano tiene tanta importancia como el propio San Benito.

Por aquella época, la herejía arriana estaba en su apogeo y los emperadores herejes perseguían a los ortodoxos. En el año de 363, Basilio fue ordenado diácono y sacerdote en Cesarea, pero para evitar generar ciertos conflictos con el arzobispo Eusebio, decidió retirarse calladamente al Ponto. Sin embargo, Cesarea lo necesitaba y lo reclamó. Dos años más tarde, San Gregorio Nazianceno, en nombre de la ortodoxia, sacó a Basilio de su retiro para que le ayudase en la defensa de la fe, del clero y de la Iglesia. En el año de 370, año en que murió Eusebio, Basilio fue elegido para ocupar la sede arzobispal vacante. Tiempo después, la muerte de San Anastasio dejó a Basilio como único paladín de la ortodoxia en el oriente, y éste luchó para fortalecer y unificar a todos los católicos que, sofocados por la tiranía arriana y descompuestos por los cismas y las disenciones entre sí, parecían extinguirse. El santo murió el 1 de enero de 379, a la edad de 49 años.