Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario

Templo Carmelitas

  • 10:00 Misa.
  • 19:00 Misa  Sufragio Julio Parra y Margarita Álvarez

Ermita Virgen Desamparados – Campolivar

  • 11:00 Misa.

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (7,7-11):

Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espiritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro. La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 89,12-13.14-15.16-17

R/. Sácianos de tu misericordia, Señor.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
Ten compasión de tus siervos. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Dános alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. R/.

Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosostros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (4,12-13):

La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-30):

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego síguerne.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando. y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

De San Juan Crisóstomo, homilía 63 sobre el evangelio de san Mateo:PG58,603.
Natural de Antioquía, fue monje y obispo de Constantinopla; gran predicador y escritor, murió en el destierro. Es doctor de la Iglesia (Ca. 349-40)

Tendrás un tesoro en el cielo…

Jesús había dicho al joven: Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Él le preguntó:
¿Cuáles?, no para ponerlo a prueba, sino que supone que para él habría, juntamente con la Ley de Moisés, otros mandamientos que le llevarán a la vida; esta era la prueba de su ardiente deseo. Cuando Jesús le enunció los mandamientos de la Ley, el joven le dijo: Todo eso lo he cumplido desde mi juventud. Pero no se detuvo ahí sino que le preguntó: ¿Qué me falta?, lo cual era igualmente signo de su ardiente deseo.
¿Y qué le contesta Cristo? Para atraerle, le enseña una recompensa de mucho valor y lo deja todo al juicio del joven. Lo que podría ser doloroso lo oculta; antes de hablar de combates y esfuerzos, le muestra la recompensa: Si quieres ser perfecto, le dice, ¡esta es la gloria, esta es la felicidad! Tendrás un tesoro en el cielo,
luego ven y sígueme: ¡esta es la recompensa enorme de caminar siguiendo los pasos de Cristo, de ser su compañero y su amigo! Este joven amaba las riquezas de la tierra; Cristo le aconseja despojarse de ellas, no para empobrecerse, sino para enriquecerle cada vez más.