Sábado de la XII semana del Tiempo Ordinario

Ermita Virgen Desamparados – Campolivar

  • 19:00 Misa del XIII Domingo del Tiempo Ordinario

Templo Carmelitas

  • 19:00  Exposición del Santísimo
  • 20:00 Misa  del XIII Domingo del Tiempo Ordinario. Sufragio Teresa Mendoza Rubio

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (18,1-15):

En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él.
Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo: «Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo.»
Contestaron: «Bien, haz lo que dices.»
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.»
Él corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron.
Después le dijeron: «¿Dónde está Sara, tu mujer?»
Contestó: «Aquí, en la tienda.»
Añadió uno: «Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.»
Sara lo oyó, detrás de la entrada de la tienda. Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus periodos.
Sara se rió por lo bajo, pensando: «Cuando ya estoy seca, ¿voy a tener placer con un marido tan viejo?»
Pero el Señor dijo a Abrahán: «¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: “De verdad que voy a tener un hijo a mis años.” ¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.»
Pero Sara, que estaba asustada, lo negó: «No me he reído.»
Él replicó: «No lo niegues, te has reído.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 1,46-47.48-49.50.53.54-55

R/. El Señor se acuerda de la misericordia

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R/.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo. R/.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. R/.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-17):

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve” y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Y al centurión le dijo: «Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.»
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»

Palabra del Señor

San Josemaría Escrivá de Balaguer

De https://www.aciprensa.com/recursos/san-josemaria-escriva-de-balaguer-2619

Josemaría Escrivá de Balaguer nace en Barbastro (España), el 9 de enero de 1902, segundo de los seis hijos que tuvieron José Escrivá y María Dolores Albás. Sus padres, fervientes católicos, le llevaron a la pila bautismal el día 13 del mismo mes y año, y le transmitieron —en primer lugar, con su vida ejemplar— los fundamentos de la fe y las virtudes cristianas: el amor a la Confesión y a la Comunión frecuentes, el recurso confiado a la oración, la devoción a la Virgen Santísima, la ayuda a los más necesitados. San Josemaría crece como un niño alegre, despierto y sencillo, travieso, buen estudiante, inteligente y observador. Tenía mucho cariño a su madre y una gran confianza y amistad con su padre, quien le invitaba a que con libertad le abriese el corazón y le contase sus preocupaciones, estando siempre disponible para responder a sus consultas con afecto y prudencia. Muy pronto, el Señor comienza a templar su alma en la forja del dolor: entre 1910 y 1913 mueren sus tres hermanas más pequeñas, y en 1914 la familia experimenta, además, la ruina económica. En 1915, los Escrivá se trasladan a Logroño, donde el padre ha encontrado un empleo que le permitirá sostener modestamente a los suyos.
En el invierno de 1917-18 tiene lugar un hecho que influirá decisivamente en el futuro de Josemaría Escrivá: durante las Navidades, cae una intensa nevada sobre la ciudad, y un día ve en el suelo las huellas heladas de unos pies sobre la nieve; son las pisadas de un religioso carmelita que caminaba descalzo. Entonces, se pregunta: —Si otros hacen tantos sacrificios por Dios y por el prójimo, ¿no voy a ser yo capaz de ofrecerle algo? De este modo, surge en su alma una inquietud divina: Comencé a barruntar el Amor, a darme cuenta de que el corazón me pedía algo grande y que fuese amor. Sin saber aún con precisión qué le pide el Señor, decide hacerse sacerdote, porque piensa que de ese modo estará más disponible para cumplir la voluntad divina.