VI Domingo de Pascua

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Templo Carmelitas.

  • 10:00 Misa.
  • 19:00 Misa Novena a la Virgen de los Desamparados. Sufragio Julio Parra,  Margarita Álvarez y ; Concha Corell.
  • A Continuación Rosario

Ermita Virgen Desamparados – Campolivar

  • 11:00 Misa.

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,25-26.34-35.44-48):

Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo: «Levántate, que soy un hombre como tú.»
Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.»
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles.
Pedro añadió: «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?»
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 97,1.2-3ab.3cd-4

R/. El Señor revela a las naciones su salvación

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas;
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-10):

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,9-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio

Permaneced en mi amor
Vivimos en una cultura de la «satisfacción inmediata». Es, sin duda, uno de los rasgos más característicos de la sociedad actual. Desde la aparición de la gran obra de Gerhard Schulze, «La sociedad de la vivencia» (1992), los estudios se han multiplicado. El hombre occidental —se dice— busca la gratificación inmediata. Apenas le preocupa el pasado, no espera lo que le pueda traer el futuro. Por si acaso, se lanza a disfrutar del momento presente.
Esta es hoy «la estrategia más razonable»: sacarle todo el jugo que se pueda al momento, no privarse de nada, estrujar cada instante. La palabra clave es «ahora». Hay que experimentarlo todo ahora mismo porque, tal vez, mañana sea demasiado tarde.
Las razones de este fenómeno parecen claras. El hombre moderno está sometido a la presión de un ritmo vertiginoso. Todo cambia constantemente.
Lo que hoy tiene plena validez mañana queda anticuado. No puede uno detenerse en nada. Los autores repiten una y otra vez las mismas palabras: «transitoriedad», «inestabilidad», «précarité», «insecurity», «incertezza».
Nada parece seguro ni duradero. Lo mejor es agarrarse al presente y vivirlo satisfactoriamente.
Esta actitud empieza ya a configurar los diversos ámbitos de la vida. Ya no hay
compromisos duraderos. Las personas dependen de los deseos y apetencias del momento. Lo que importa es que la vida sea interesante y divertida. El matrimonio ya no es un compromiso «hasta que la muerte nos separe», sino un contrato «mientras la satisfacción dure». Esta búsqueda de satisfacción repercute también en el modo de entender y vivir lo religioso. Interesa la emoción, lo excitante y novedoso. Se busca lo exótico y se abandona lo que parece gastado y superado, sólo porque es familiar y conocido de siempre.
No es difícil captar en todo esto no poco de huída y evasión, «falta de seriedad» que diría S. Kierkegaard. De ahí la importancia de escuchar la llamada de Cristo: «Permaneced en mi amor… Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor» (Juan 15, 9-10). En el seguimiento a Cristo lo importante no son los sentimientos, emociones o novedades, sino el saber «permanecer» fieles en el amor. La existencia no es sólo diversión y entretenimiento.
Es también responsabilidad.