Templo Carmelitas
- 19:00 Misa. Sufragio Teresa Mendoza Rubio
- A continuación Via Crucis
Primera lectura
Libro de Ezequiel 18, 21-28
Esto dice el Señor Dios:
«Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado —oráculo del Señor Dios—, y no que se convierta de su conducta y viva?
Si el inocente se aparta de su inocencia y comete maldades, como las acciones detestables del malvado, ¿acaso podrá vivir? No se tendrán en cuenta sus obras justas. Por el mal que hizo y por el pecado cometido, morirá.
Insistís: No es justo el proceder del Señor. Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder? ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá».
Salmo
Sal 129, 1b-2. 3-4. 5-7ab. 7cd-8 R/. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. R/.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.
Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y el redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil” tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».
Reflexión del Evangelio
Por la justicia que ha practicado, vivirá
La eterna dialéctica entre los buenos y los malos. Si el que hace el mal llega a tomar conciencia de que no está actuando rectamente y reconduce su vida hacia el bien, no morirá, como símbolo de que no será condenado por Dios, más bien al contrario, encontrará la salvación y la justicia de Dios habrá actuado con él. Dios pone todos los medios para que quien actúa mal, enderece su vida, cambie de conducta; porque lo que quiere Dios para él y para todos, es la vida. Esto es algo de sentido común si se percibe a Dios como el Padre bueno y justo. Pero no todo el mundo lo percibe así.
Como contrapartida, si quien es bueno imita o sigue las sendas del malvado, pensando que así le irá mejor, yerra en su vida y Dios tendrá en cuenta su nueva forma negativa de actuar. No conocerá la salvación.
El profeta se coloca en una situación de dialéctica de los contrarios con la finalidad de enseñar al pueblo por qué sendas debe caminar. Un pueblo muy dado a desviarse, a cansarse de actuar con rectitud.
Es una enseñanza pedagógica para que el pueblo de Israel -nosotros como nuevo pueblo de Dios- vea/veamos que el Señor actúa con justicia; una justicia que va muy unida a la misericordia y a la compasión.
Acabamos de iniciar la Cuaresma. Nosotros no podemos entretenernos en ese doble juego que el profeta pone de manifiesto y sabemos bien cómo hemos de actuar. Y también sabemos bien que el Señor quiere siempre un corazón arrepentido, que Él no desprecia jamás. No solo en este tiempo, sino en cualquier momento del año. La conversión del corazón, giro interior hacia Dios, no se suscribe a un tiempo fuerte litúrgico como es Cuaresma, sino que es propicia en cualquier momento del año.
Desde lo hondo a ti grito, Señor
Bellísimo salmo. Sincero salmo si se es consciente de lo que se le dice al Señor. Este salmo lo repetimos en las comunidades religiosas a diario cuando oramos por nuestros difuntos. Muchos fieles se lo saben de memoria. Se recita con profundidad en los funerales y entierros. Por eso se llama “De profundis”: Desde lo hondo a Ti, grito, Señor. Señor escucha mi voz, estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica… No es una queja dolorida, es una apertura del corazón sincero ante Dios. Seguro que muchos de ustedes han leído aquella bella carta póstuma de O. Wilde, irlandés y católico, con el mismo título: “De profundis”. Sino la han leído, aún están a tiempo.
Habéis oído que a vuestros padres se os dijo… Pero yo os digo…
Jesús juega también con las antítesis: “Habéis oído que a vuestros padres se os dijo… Pero yo os digo…” Habla con autoridad. Los demás son el cedazo (utensilio para cribar el trigo y separarlo de la paja), que Dios pone ante nosotros para clarificar nuestro actuar.
No se puede decir más alto y claro sobre la forma en que hay que vivir el seguimiento de Jesús cuando se trata de actuar con el hermano. Ninguna componenda hay en Jesús, quien desarrolla desde distintos ángulos el primero y el segundo de sus mandatos en los que se resume toda la Ley y los Profetas. La actuación con los demás es la verificación del amor, de la caridad, del servicio, de la entrega. Los demás son el tamiz de nuestra fe y espiritualidad. Ante los demás se acaban las grandilocuencias y palabrerías teológicas, sociales, políticas o cualquier soflama que quiera cambiar el mundo,nuestro mundo personal. Obras son amores y no buenas razones, decimos.
Sta. Teresa de Jesús, experta en desgastarse por amor decía que “amor saca amor; porque no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar, eso haced”. Más claro, el agua.
Los argentinos, que entran (y son muchos) a estos comentarios a la Palabra, conocen bien aquello de J.L.Borges: “por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad”. Y lo dice él, que era ciego, pero con luz propia. No hace falta ser un psicólogo profundo para atisbar cómo los ve la divinidad; con leer este y otros evangelios donde la fraternidad se pone de manifiesto como exigencia del Reino, es más que suficiente.
Nosotros, que no somos ciegos, poseemos la Luz interior del Espíritu que nos clarifica ¡tantas cosas y situaciones!
San Nestor
De https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=63
Polio, gobernador de Panfilia y Frigia durante el reinado de Decio, trató de ganarse el favor del emperador, aplicando cruelmente su edito de persecución contra los cristianos. Néstor, obispo de Magido, gozaba de gran estima entre los cristianos y los paganos, y comprendió que era necesario buscar sitios de refugio para sus fieles. Rehusando a ser oculto, el Obispo esperó tranquilamente su hora de martirio, y cuando se encontraba en oración, oficiales de la justicia fueron en su búsqueda.
Luego de un extenso interrogatorio y amenazas de tortura, el Obispo fue enviado ante el gobernador, en Perga. El gobernador trató de convencer al santo –primero con halagos y luego con amenazas- de que renegara de la religión cristiana, pero Néstor se mantuvo firme en el Señor, siendo enviado al potro, donde el verdugo le desgarraba la piel de los costados con el garfio. Ante la firme negativa del santo de adorar a los paganos, el gobernador lo condenó a morir en la cruz, donde el santo todavía tuvo fuerzas para alentar y exhortar a los cristianos que le rodeaban. Su muerte fue un verdadero triunfo porque cuando el Obispo expiró sus últimas palabras, tanto cristianos como paganos se arrodillaron a orar y alabar a Jesús.