Templo Carmelitas
- 19:00 Misa. Sufragio Ricardo Puig Guasp, Juan Carlos Aguilera González y Bernardo (sacerdote)
- A continuación, exposición del Santísimo hasta las 20:30 h
Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos 7,1-3.15-17:
Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo,
salió al encuentro de Abrahán cuando este regresaba de derrotar a los reyes, lo bendijo y recibió de Abrahán el diezmo del botín.
Su nombre significa, en primer lugar, Rey de Justicia, y, después, Rey de Salén, es decir, Rey de Paz.
Sin padre, sin madre, sin genealogía; no se menciona el principio de sus días ni el fin de su vida.
En virtud de esta semejanza con el Hijo de Dios, es sacerdote perpetuamente.
Y esto resulta mucho más evidente si surge otro sacerdote a semejanza de Melquisedec, que no ha llegado a serlo en virtud de una legislación carnal, sino en fuerza de una vida imperecedera; pues está atestiguado:
«Tú eres sacerdote para siempre
según el rito de Melquisedec».
Salmo
Sal 109,1.2.3.4 R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R/.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R/.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora». R/.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3,1-6
En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada:
«Levántate y ponte ahí en medio».
Y a ellos les pregunta:
«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».
Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:
«Extiende la mano».
La extendió y su mano quedó restablecida.
En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.
Reflexión del Evangelio
Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec
Si la carta a los Hebreos es de por sí densa, y a veces no fácil de entender, el texto de este día, lo es en especial. Al salmo 110 pertenece la frase que preside la reflexión, y que es la última del texto que comentamos. Varias veces nos encontramos con este salmo, como salmo responsorial en las eucaristías. Uno se pregunta, ¿qué pueden entender los fieles sobre ese sacerdocio?, ¿quién es para ellos ese personaje con ese Melquisedec? Sería necesaria una premiosa explicación. Melquisedec aparece en el Génesis (14,18) como rey de Salem, no hebreo, que alaba al Dios de Abrahán. Abrahán le corresponde otorgándole la décima parte de lo que ha tomado de sus enemigos derrotados. El salmo 110 es salmo mesiánico, pues se refiere al Mesías prometido, al que da el título de sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. El autor de la carta a los Hebreos, toma esa proclamación del salmo, para atribuirlo al Mesías ya venido, a Jesucristo. Ve en Melquisedec, que es rey de Salen, que para el autor quiere decir rey de justicia y de paz, del que no se conoce ni el principio ni el fin de sus días, un ejemplo para explicar el sacerdocio de Cristo, su carácter divino. En el tiempo de Jesús los sacerdotes debían pertenecer a la tribu de Leví. Lo que podía ser un inconveniente para atribuir a Jesús el sacerdocio. Para los cristianos el sacerdocio de Jesús no brota del origen de sus días, lo es desde siempre -eterno-. Es sacerdote porque es el puente entre Dios y el ser humano: su humanidad conecta con la divinidad, él mismo es Dios, que es la labor sacerdotal propia. Lo es como Melquisedec, desde siempre y para siempre. Propiamente es el único sacerdote. El sacerdocio en la Iglesia es una participación del suyo.
Y es un sacerdocio de justicia y de paz, como el que se atribuye a Melquisedec. Hemos, pues, de quedarnos en que ha de ser a través de Jesús cómo llegar a Dios, Jesús mismo es nuestro Dios. Jesús, como se le atribuye a Melquisedec, es sacerdote que ofrece la justicia, es decir: sentirse bien ubicado ante Dios y ante los demás; y la tranquilidad en el orden, definición de san Agustín de la paz.
¿Qué está permitido en sábado? ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?
Todo lo complejo que tiene la lectura primera, se convierte en este texto en claridad. La pregunta de Jesús no puede tener otra respuesta que: hacer el bien, salvar la vida humana.
Responde a una reiterada cuestión: ¿lo importante es la fidelidad estricta a una ley, o el hacer de la vida de cada uno instrumento de salvación, de ayuda al otro? El sábado es para la persona, no la persona es para el sábado, dice Jesús en otra ocasión. Y el sábado era una institución magnífica, que supuso un adelanto humanitario respecto a lo que hacían otros pueblos. El derecho al descanso; el deber de dedicar un día a la semana de modo especial a contar con Dios. Pero, por encima de todo, lo realmente humanitario es el compromiso de Dios con el ser humano, con su salvación, con su vida, que queda transferida a cada ser humano. Es la razón de ser del mismo Jesús. Y de la de cada uno de nosotros. No se puede someter a ninguna otra ley.
San Sebastián
https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=24
Sebastián, hijo de familia militar y noble, era oriundo de Narbona, pero se había educado en Milán. Llegó a ser capitán de la primera corte de la guardia pretoriana. Era respetado por todos y apreciado por el emperador, que desconocía su cualidad de cristiano. Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios idolátricos. Además, como buen cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitaba y alentaba a los cristianos encarcelados por causa de Cristo. Esta situación no podía durar mucho, y fue denunciado al emperador Maximino quien lo obligó a escoger entre ser su soldado o seguir a Jesucristo.
El santo escogió la milicia de Cristo; desairado el Emperador, lo amenazó de muerte, pero San Sebastián, convertido en soldado de Cristo por la confirmación, se mantuvo firme en su fe. Enfurecido Maximino, lo condenó a morir asaeteado: los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de saetas, dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos que estaban al acecho, se acercaron, y al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.
Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero el santo se negó rotundamente pues su corazón ardoroso del amor de Cristo, impedía que él no continuase anunciando a su Señor. Se presentó con valentía ante el Emperador, desconcertado porque lo daba por muerto, y el santo le reprochó con energía su conducta por perseguir a los cristianos. Maximino mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión y tiraron su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián.
El culto a San Sebastián es muy antiguo; es invocado contra la peste y contra los enemigos de la religión, y además es llamado además el Apolo cristiano ya que es uno de los santos más reproducidos por el arte en general.