Viernes de la I semana de Adviento

Templo de las Carmelitas

  • 19:00 Misa.
  • A continuación, Exposición del Santísimo hasta las 20:30 h.

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (29,17-24):

ESTO dice el Señor:
«Pronto, muy pronto,
el Líbano se convertirá en vergel,
y el vergel parecerá un bosque.
Aquel día, oirán los sordos las palabras del libro;
sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos.
Los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor,
y los pobres se llenarán de júbilo en el Santo de Israel;
porque habrá desaparecido el violento, no quedará rastro del cínico;
y serán aniquilados los que traman para hacer el mal:
los que condenan a un hombre con su palabra,
ponen trampas al juez en el tribunal,
y por una nadería violan el derecho del inocente.
Por eso, el Señor, que rescató a Abrahán,
dice a la casa de Jacob:
“Ya no se avergonzará Jacob,
ya no palidecerá su rostro,
pues, cuando vean sus hijos mis acciones en medio de ellos,
santificarán mi nombre,
santificarán al Santo de Jacob
y temerán al Dios de Israel”.
Los insensatos encontrarán la inteligencia
y los que murmuraban aprenderán la enseñanza».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 26,1.4.13-14

R/. El Señor es mi luz y mi salvación.

R/. El Señor es mi luz y mi salvación.

V/. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.

V/. Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.

V/. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,27-31):

EN aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:
«Ten compasión de nosotros, hijo de David».
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:
«¿Creéis que puedo hacerlo?».
Contestaron:
«Sí, Señor».
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
«Que os suceda conforme a vuestra fe».
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:
«¡Cuidado con que lo sepa alguien!».
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio

Rosa Ruiz

Queridos amigos y amigas:

Quizá el secreto de que el tiempo de adviento nos resulte tan entrañable es el continuo mensaje de paz y esperanza que nos propone. Desde los profetas, en Adviento no dejamos de escuchar en la Palabra que las cosas pueden cambiar: ¡van a cambiar! ¿A quién no le consuela esto? ¿Quién no se emociona pensando en un mundo donde los ciegos ven, los sordos oyen, los desiertos son vergeles y se hace justicia con los cínicos, los violentos, las malas personas?

Adviento es el tiempo de cuantos ansiamos que las cosas cambien y sobre todo, es el tiempo de los pequeños, de los que ya ahora se sitúan del lado de la concordia, del diálogo, de la mirada limpia, del gesto fraterno.

Y, sin embargo, la realidad se empeña tozudamente en recordarnos que las cosas no cambian tanto como querríamos. Ni siquiera nosotros mejoramos tanto como nos gustaría. Somos ciegos a los que Jesús toca en medio del camino y nos pregunta: ¿creéis que puedo hacerlo? La respuesta está en cada uno. La ceguera también. Quizá la clave sea no olvidar que también en nosotros está la luz y la salvación, al menos en germen. Porque nos habita el Señor, la defensa de nuestra vida.

Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz

Santa Bárbara, Mártir

De https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=361

Según una antigua tradición, Santa Bárbara era hija de un hombre muy rudo llamado Dióscoro. Como ella no quería creer en los ídolos paganos de su padre, éste la encerró en un castillo, al cual le había mandado colocar dos ventanas, pero la santa mandó a los obreros a que añadieran una tercera ventana para acordarse de las Tres Divinas personas que conforman la Santísima Trinidad. Sin embargo, este acto enfureció más a su incrédulo padre, quien permitió que la martirizaran cortándole la cabeza con una espada.

De esta manera, Santa Bárbara es representada con una espada, una palma (señal de que obtuvo la palma del martirio) y con una corona porque se ganó el reino de los cielos. La misma tradición señala además, que cuando Dióscoro bajaba del monte donde habían matado a su hija, le cayó un rayo y lo mató, y es por este hecho, que muchas personas rezan a la santa para pedir su intersección y verse libre de los rayos de las tormentas. En su sepulcro se obraron muchos milagros.