Templo de las Carmelitas
- 19:00 Misa Triduo. Medalla Milagrosa. Sufr. Dif. Familia Esparza Liñán
- 19:30 Rosario
Primera lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (14,14-19):
Yo, Juan, miré,
y apareció una nube blanca; y sentado sobre La nube alguien como un Hijo de hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro y en su mano una hoz afilada. Salió otro ángel del santuario clamando con gran voz al que estaba sentado sobre la nube:
«Mete tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega, pues ya está seca la mies de la tierra».
El que estaba sentado encima de la nube metió su hoz sobre la tierra y la tierra quedó segada. Otro ángel salió del santuario del cielo, llevando él también una hoz afilada. Y del altar salió otro ángel, el que tiene poder sobre el fuego, y gritó con gran voz al que tenía la hoz afilada, diciendo:
«Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque los racimos están maduros».
El ángel metió su hoz en la tierra y vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 95,10.11-12.13
R/. Llega el Señor a regir la tierra.
V/. Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». R/.
V/. Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.
V/. Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-11):
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
De Regnum Christi
Hoy el Evangelio que contemplamos nos habla de señales futuras, de algo más que vendrá y que no sabemos cómo pueda acontecer. Jesús se está refiriendo a la destrucción del Templo. Cristo, por medio de su muerte y su resurrección, nos está demostrando que Él es el Templo. Él no es Templo ya edificado por manos de hombre sino un Templo Vivo. El Templo de Jerusalén siempre fue la señal de la presencia de Dios con el pueblo de Israel. Cuando el pueblo escogido perdió el Templo durante el exilio, significó que ya no tenían dónde adorar a Dios.
En el pasaje evangélico, Jesucristo nos da con su muerte y su resurrección esa seguridad de que Él es el nuevo Templo. Jesús nos recuerda que con Él todo lo podemos y de Él todo lo esperamos, incluso aquello que no sabemos cómo va a suceder porque Él es la seguridad de nuestra vida.
Pongamos en manos del Señor todo lo que esperamos y que por nuestras limitaciones no sabemos cómo pasará pero que con Él estamos seguros, porque nuestra vida está construida no solo a base de manos humanas, sino que es Cristo nuestra Fortaleza y nuestro Templo Vivo y Santo. Habitemos y fundamentemos toda nuestra vida en Él.
«¿Por qué estas palabras hacia una institución tan sagrada, que no era sólo un edificio, sino un signo religioso único, una casa para Dios y para el pueblo creyente? ¿Por qué profetizar que la sólida certeza del pueblo de Dios se derrumbaría? ¿Por qué el Señor deja al final que se desmoronen las certezas, cuando el mundo las necesita cada vez más? Busquemos respuestas en las palabras de Jesús. Él nos dice hoy que casi todo pasará. Casi todo, pero no todo. En este penúltimo domingo del Tiempo Ordinario, Él explica que lo que se derrumba, lo que pasa son las cosas penúltimas, no las últimas: el templo, no Dios; los reinos y los asuntos de la humanidad, no el hombre. Pasan las cosas penúltimas, que a menudo parecen definitivas, pero no lo son. Son realidades grandiosas, como nuestros templos, y espantosas, como terremotos, signos en el cielo y guerras en la tierra. A nosotros nos parecen hechos de primera página, pero el Señor los pone en segunda página. En la primera queda lo que no pasará jamás: el Dios vivo, infinitamente más grande que cada templo que le construimos, y el hombre, nuestro prójimo, que vale más que todas las crónicas del mundo.» (Homilía de S.S. Francisco, 17 de noviembre de 2019).