Lunes de la XVII semana del Tiempo Ordinario

Templo de las Carmelitas

  • 19:00 Misa
  • 19:30 Adoración al Santísimo. Confesiones

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías 13, 1-11

Esto me dijo el Señor:
«Ve, cómprate un cinturón de lino y rodéate con él la cintura; pero no lo metas en agua».

Me compré el cinturón, según me lo mandó el Señor, y me lo ceñí.
El Señor me dirigió la palabra por segunda vez:
«Toma el cinturón que has comprado y que llevas ceñido; ponte en marcha hacia el río Éufrates y lo escondes allí, entre las hendiduras de las piedras».
Fui y lo escondí en el Éufrates, según me había mandado el Señor.
Tiempo después me dijo el Señor:
«Vete al río Éufrates y recoge el cinturón que te mandé esconder allí».
Fui al Éufrates, cavé y recogí el cinturón del sitio donde lo había escondido: estaba estropeado, no servía para nada.
Entonces el Señor me habló así:
«Esto dice el Señor: Del mismo modo consumiré la soberbia de Judá, la gran soberbia de Jerusalén. Este pueblo malvado que se niega a escuchar mis palabras, que se comporta con corazón obstinado y sigue a dioses extranjeros, para rendirles culto y adorarlos, será como ese cinturón que ya no sirve para nada.
Porque del mismo modo que se ajusta el cinturón a la cintura del hombre, así hice yo que se ajustaran a mí la casa de Judá y la casa de Israel —oráculo del Señor— para que fueran mi pueblo, mi fama, mi alabanza y mi honor. Pero no me escucharon».

Salmo

Salmo: Dt 32, 18-19. 20. 21 R/. Despreciaste al Dios que te engendró.

Despreciaste a la Roca que te engendró,
y olvidaste al Dios que te dio a luz.
Lo vio el Señor, e irritado
rechazó a sus hijos e hijas. R/.

Pensando: «Les ocultaré mi rostro,
y veré cual es su suerte,
porque son una generación pervertida,
unos hijos desleales». R/.

«Me han dado celos con un dios que no es dios,
me han irritado con sus ídolos vacíos;
pues yo les daré celos con un pueblo que no es pueblo,
con una nación fatua los irritaré». R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 31-35

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola al gentío:
«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros del cielo a anidar en sus ramas».
Les dijo otra parábola:
«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta».
Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta:
«Abriré mi boca diciendo parábolas;
anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».

Reflexión del Evangelio

De https://www.dominicos.org/predicacion

Este Pueblo se niega a escuchar mis Palabras

Jeremías está a la escucha de la Palabra; en esta perícopa el Señor le habla cuatro veces para que profetice mediante una acción simbólica que Yahvé le hace realizar para que el pueblo vea lo que sucederá con ellos, es el símbolo del cinturón de lino.

El profeta escucha la Palabra a diferencia del pueblo que no quiso escuchar ni seguir los mandatos del Señor.

El cinto tiene que ser de lino que es material caro, fino, y que lo usaban los sacerdotes. Jeremía vivía en Anatot donde habitaban los sacerdotes, llevará ceñido el cinto que no podrá ser lavado, no puede tocar el agua; por eso se irá manchando poco a poco; como el pueblo con quien el Señor hizo su Alianza, estaba ceñido a Él y se va alejando de sus mandatos.

Al dejarlo entre las rocas del Éufrates y luego recogerlo totalmente estropeado muestra cómo será consumido el Pueblo por su gran soberbia al apartarse de Yahvé.

El pueblo elegido tenía una preciosa misión, ellos eran “el Pueblo de Yahvé” que le darían fama dándole a conocer a través de sus alabanzas en el culto; con el testimonio de su vida coherente serían su “ornamento”. La vocación es muy grande, como el lino, pero no fueron fieles y corrompieron su vocación.

Estar atentos a la Palabra requiere un corazón humilde, siempre disponible, oídos de aprendiz para ser fieles a Dios. Es fácil salirse del camino, pero siempre podemos volver, convertirnos y retomar el seguimiento a la Palabra.

Expuso el Reino en Parábolas

Las dos parábolas que hoy emplea Mateo, la de la semilla y la de la levadura, expresan cómo el Reino crece de una manera escondida y silenciosa; el grano de mostaza, siendo tan pequeño, crece hasta hacerse un arbusto y presta un servicio a los pájaros que puedan reposar en él. La levadura hace crecer la masa para que el pan sea blando y sirva de alimento.

El Reino es vital, fecundo, si lo dejamos crecer en nosotros, pero requiere de nuestra disposición.

El Reino, como el grano de mostaza, es una semilla muy pequeña, es decir, que es humilde, no aparece con gran esplendor, no es autosuficiente y para crecer en nosotros debe ser acogido. Esta semilla respeta nuestra libertad, no nos coacciona, es discreta y solicita nuestro permiso para crecer; cada uno de nosotros debe regarla en nuestra tierra y cuidarla para que no se infecte. El Reino requiere de nuestra apertura y entrega libre porque es Amor gratuito, es el Don de Dios que es nuestro bien. Dejar crecer el Reino significa alimentar este Amor con la escucha de la Palabra y su puesta en práctica en una vida coherente y comprometida, crece además con una vida orante y sacramental.

Un testimonio de fe que dejó crecer el Reino en su vida y hoy recordamos, es el Beato Roberto Nutter, sufrió el destierro y la prisión por la fe en la persecución religiosa en el siglo XVI en Inglaterra; estando en la cárcel profesó en la Orden de Predicadores, mantuvo firme su fe hasta el momento del martirio; que su intercesión nos ayude a que el Reino crezca también en nosotros; él lo vivió en su época, a nosotros nos toca vivirla hoy, en esta realidad en que vivimos la situación de la pandemia, ésta es una oportunidad para que el Reino siga creciendo más y más; que muchos puedan cobijarse en nuestras ramas.

¿Cómo estoy dejando que el Reino crezca en mi vida?

Sor Mª Carmen Viveros O.P.

San Pantaleón

De Aciprensa
Pantaleón significa en griego «el que se compadece de todos». Médico nacido en Nikomedia (actual Turquía). Fue decapitado por profesar su fe católica en la persecución del emperador romano Diocleciano, el 27 de julio del 305. Lo que se sabe de San Pantaleón procede de un antiguo manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico. Pantaleón era hijo de un pagano llamado Eubula y de madre cristiana. Pantaleón era médico. Fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia. Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano en que vivía y sucumbió ante las tentaciones, que debilitan la voluntad y acaban con las virtudes, cayendo en la apostasía. Un buen cristiano llamado Hermolaos le abrió los ojos, exhortándole a que conociera «la curación proveniente de lo más Alto», le llevó al seno de la Iglesia. A partir de entonces entregó su ciencia al servicio de Cristo, sirviendo a sus pacientes en nombre del Señor. En el año 303, empezó la persecución de Diocleciano en Nikomedia. Pantaleón regaló todo lo que tenía a los pobres. Algunos médicos por envidia, lo delataron a las autoridades. Fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Los cuatro fueron condenados a ser decapitados. San Pantaleón murió mártir a la edad de 29 años el 27 de julio del 304. Murió por la fe que un día había negado. Como San Pedro y San Pablo, tuvo la oportunidad de reparar y manifestarle al Señor su amor. Las actas de su martirio nos relatan sobre hechos milagrosos: Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Podría ser que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en todo caso, lo importante es que Pantaleón derramó su sangre por Cristo y los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad. En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres. También fue muy famoso en Occidente desde la antiguedad. Se conservan algunas reliquias de su sangre, en Madrid (España), Constantinopla (Turquía) y Ravello (Italia). El Milagro de su sangre Una porción de su sangre se reserva en una ampolla en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid de los Austrias, junto a la Plaza de Oriente, Madrid, España. Fue tomada de otra más grande que se guarda en la Catedral italiana de Ravello. Fue donada al monasterio junto con un trozo de hueso del santo por el virrey de Nápoles. En Madrid lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas dedicadas a la oración. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616. La sangre, en estado sólido durante todo el año, se licuefacciona sin intervención humana. Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio. Así ha ocurrido cada año hasta la fecha de este escrito, 2005, cuando se celebran 1700 años de su martirio. En ese año el milagro tuvo lugar mientras las religiosas oraban en el coro del templo y ante la presencia de cientos de visitantes. El monasterio abre las puertas al público para que todos sean testigos. En algunas ocasiones, la sangre ha tardado en solidificarse para señalar alguna crisis, como ocurrió durante las dos guerras mundiales. Muchas veces se ha intentado explicar el fenómeno mediante mecanismos netamente naturales, como la temperatura o las fases de la luna. Sin embargo, ninguna de las explicaciones ha resultado satisfactoria para la ciencia. La iglesia no se ha definido sobre el milagro. Las hermanas dicen sencillamente que es «un regalo de Dios». Para facilitar la vista del público y evitar el deterioro de la reliquia, en el 1995 las monjitas instalaron monitores de televisión que aumentan diez veces la imagen de la cápsula que contiene la sangre del santo.