Ermita del Salvador
- 19:00 Exposición del Santísimo
- 20:00 Misa
PRIMERA LECTURA
Mi palabra cumplirá mi deseo.
Lectura del libro de Isaías 55, 10-11
Esto dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mi vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo».
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 33, 4-5. 6-7. 16-17. 18-19
R. Dios libra a los justos de sus angustias.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R.
Versículo Mt 4, 4b
No solo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. R.
EVANGELIO
Vosotros orad así.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
De catholic.net
Es una tarea muy enriquecedora el ayudar en la catequesis con niños que se preparan para la primera comunión y la confirmación. En este año y medio que llevo ayudando en una parroquia, de verdad he aprendido mucho de los niños. Me venía a la mente cómo el compartir la fe con los pequeños, el ayudarles en lo que pueda y, sobre todo, entenderlos, es lo que Jesús ha hecho con nosotros. Se hizo uno de nosotros, nos habló en nuestro propio idioma para que pudiéramos entenderlo; nos guía en el camino hacia el Padre como hermano mayor. Todo esto lo ha hecho por amor, por lo que su misma vida es una invitación a hacer todas las cosas con amor.
Cristo nos ha dado el don de llamar a Dios Padre y este es un hecho que nunca debemos olvidar. Si bien Dios está en el cielo, también está presente entre nosotros, solo necesitamos descubrirlo. A veces está un poco escondido, pero con fe y esfuerzo lo podemos encontrar en los lugares que menos nos esperamos. Parte de nuestra misión en la vida es mostrar a los demás que Dios está presente en sus vidas y que ese Dios es Padre. ¿Quién no quisiera saber que Dios lo cuida como su hijo y por eso no lo dejaría jamás? Y ciertamente, como buen padre, de vez en cuando le llamaría la atención por no hacer las cosas como debiera. Como Dios es creador de todo, qué otra cosa le podemos pedir, sino que nos conceda las cosas que necesitamos diariamente. Él está a la espera de que se las pidamos porque el solo hecho de escuchar nuestra voz ya lo hace feliz y, con todo el gusto del mundo, nos concederá lo que queramos y nos convenga. Él es la persona a la que primero le pedimos perdón, pero, desafortunadamente, no ha sido la única a la que hemos ofendido por lo que el pedirle al Señor que nos perdone, ya es el inicio de este ejercicio tan hermoso que es perdonar. Pidámosle al Señor, desde el fondo del corazón, que nos conceda esta gracia.
«Pero la gracia abundante de Dios siempre es un reto. Aquellos que han recibido tanto deben aprender a dar tanto y no retener solo para ellos mismos lo que han recibido. Los que han recibido tanto deben aprender a dar tanto. No es una coincidencia que el Evangelio de Mateo, inmediatamente después del texto del Padrenuestro entre las siete expresiones utilizadas, enfatice precisamente la del perdón fraterno: “Si vosotros, perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas”. ¡Pero esto es fuerte! Pienso: a veces he escuchado gente que decía: “¡Nunca perdonaré a as la puerta. Pensemos, si somos capaces de perdonar o si no perdonamos.»
(Audiencia de S.S. Francisco, 24 de abril de 2019).
Santos Marino y Astirio, Mártires
De Aciprensa
San Marino pertenecía a una noble familia de Cesarea de Palestina y se había distinguido en el ejército. Iba a ser condecorado con el emblema de centurión, cuando uno de sus rivales objetó que no tenía derecho a aspirar a esa dignidad pues era cristiano y no podía ofrecer sacrificios al Emperdor.
Al ser interrogado por el gobernador Aqueo, Marino se confesó servidor de Cristo y ante su negativa de adorar a las divinidades paganas, fue ejecutado inmediatamente. San Astirio, un senador romano que gozaba del favor del emperador asistió al martirio de Marino, envolvió el cadáver en su propia capa, se lo echó sobre los hombros y le dio cristiana sepultura. Cuando el gobernador se enteró de lo sucedido, interrogó a Astirio y al confesarse cristiano, fue condenado al martirio.