Sábado de la XXXII semana del Tiempo Ordinario. Santa Margarita

Ermita del Salvador

  • 19:00 a 20:00 Adoración al Santísimo, cantos, acción de
    gracias…

Ermita de Campolivar

  • 19:00 Misa del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario

Templo de las Carmelitas

  • 20:00 Misa del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (18,14-16;19,6-9):

Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 104,2-3.36-37.42-43

R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor

Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas;
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor. R/.

Hirió de muerte a los primogénitos del país,
primicias de su virilidad.
Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
y entre sus tribus nadie tropezaba. R/.

Porque se acordaba de la palabra sagrada
que había dado a su siervo Abrahán,
sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario.” Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.”»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor

SÁBADO 16: DIOS ESCUCHA TU ORACIÓN
(Lc 18,1-8)
Por: Nubia Celis, Verbum Dei

No te canses de orar, llama y se te abrirá, busca y encontrarás. Confía en mí porque yo escucho tus clamores y atiendo tus súplicas. Soy tu Padre y te conozco bien, yo te engendré en el vientre materno y formé tus huesos, te rodeé de cuidados, afirmé tus pasos y te abrí caminos. Eres mi obra perfecta, mi hijo/a mimado/a, en quien pongo toda mi esperanza.

¿Cuáles son tus sueños? ¿Qué te preocupa? Hazme un espacio en tu corazón y cree que verdaderamente me ocupo de ti; si me lo pides, te haré justicia, te trataré con bondad y te defenderé de tus adversarios. ¿No cuida una madre al hijo de sus entrañas? ¿No le ampara y le libra de sus males? Yo estoy aquí para guiarte y llevarte de la mano. Mi justicia no es como la justicia de los hombres (ojo por ojo y diente por diente), no miro tus pecados ni llevo el control de tus infracciones.

No me tienes que dar para ganarte mi cariño, ni tienes que ser intachable y perfecto/a, mi justicia es mi misericordia y mi lealtad cubre los cielos y la tierra; pero si te desesperas y dejas de orar, no podrás disfrutar de mis dones.

En la espera se purifican tus intenciones y se prueba tu fe no porque quiera ponerte en aprietos o me goce con tu sufrimiento, sino porque la prueba ejercita la paciencia, la paciencia te hace madurar y la madurez aviva en ti la esperanza que no falla porque mi Espíritu se derrama en ti (Rom 5,5).

Insiste, persevera, ¿Cómo esperas crecer en la fe si no permaneces unido/a mí? Solo si las raíces se mantienen bajo tierra y se alimentan día a día, pueden fortalecer el árbol y hacer que a su tiempo dé sus frutos. Mira la perseverancia de un pescador: cada día madruga y se embarca aún sin saber si las aguas le traerán buenos peces; observa el empeño del campesino que después de echar las semillas en los surcos, ara la tierra y la cultiva sin parar.

Si te mantienes fiel a mi Palabra, verás los frutos… ¿encontraré fe en ti a mi regreso?

Santa Margarita de Escocia

De aciprensa

Margarita era hija del rey San Eduardo. Luego de caer Inglaterra en poder de Guillermo el Conquistador, Margarita y sus hermanos se refugiaron en Escocia, donde era rey Malcon III, quien al reparar en las cualidades de la joven, se casó con ella, convirtiéndose en Reina de Escocia. Durante su reinado, se dedicó ardorosamente a las labores caritativas, especialmente con los más necesitados y pobres.

Tuvo seis hijos y dos hijas. Su esposo Malcon III era cruel y rudo, pero la amabilidad de Margarita lo fue volviendo amable y caritativo, tanto que él mismo le ayudaba a servir a los pobres que llegaban a pedir alimentos. De los hijos de Margarita, dos llegaron a ser santos y tres fueron reyes, y del esposo de una hija de ella, Enrique I, proviene la actual familia real de Inglaterra.

Hizo numerosas donaciones que permitieron la construcción de conventos y templos, y organizó una asociación de señoras para dedicarse con ellas a tejer y bordar ornamentos para las parroquias. A sus hijos los educó muy cuidadosamente en la religión católica y se esmeró porque aprendieran muy bien el catecismo y la doctrina cristiana. En su casa y entre la gente del pueblo hacía leer las vidas de santos, y puso bastante esmero y énfasis en conseguir sacerdotes fervorosos y preparados para las parroquias.

Santa Margarita falleció el 16 de noviembre del año 1093. Es recordada sobre todo por su admirable generosidad para con los pobres y afligidos.