Miércoles de la XXVIII semana del Tiempo Ordinario. Santa Margarita María de Alacoque

Ermita del Salvador

  • 19:00 Exposición al Santísimo
  • 20:00 Misa. Sufragio fieles difuntos

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (2,1-11):

Tú, el que seas, que te eriges en juez, no tienes disculpa; al dar sentencia contra el otro te condenas tú mismo, porque tú, el juez, te portas igual. Todos admitimos que Dios condena con derecho a los que obran mal, a los que obran de esa manera. Y tú, que juzgas a los que hacen eso, mientras tú haces lo mismo, ¿te figuras que vas a escapar de la sentencia de Dios? ¿O es que desprecias el tesoro de su bondad, tolerancia y paciencia, al no reconocer que esa bondad es para empujarte a la conversión? Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios, pagando a cada uno según sus obras. A los que han perseverado en hacer el bien, porque buscaban contemplar su gloria y superar la muerte, les dará vida eterna; a los porfiados que se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia, les dará un castigo implacable. Pena y angustia tocarán a todo malhechor, primero al judío, pero también al griego; en cambio, gloria, honor y paz a todo el que obre. el bien, primero al judío, pero también al griego; porque Dios no tiene favoritismos

Palabra de Dios

Salmo

Sal 61,2-3.6-7.9

R/. Tú, Señor, pagas a cada uno según sus obras

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré. R/.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré. R/.

Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,42-46):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

De catholic.net

El corazón de Cristo está lleno de amor por nosotros, y eso lo podemos palpar en este pasaje ya que Él regaña a los fariseos y doctores de la ley, no porque tengan una malicia intrínseca, sino porque quiere la conversión del pecador y no se centra tanto en su pecado. El centrarse en el pecado más que en la persona del pecador, es lo que Cristo recrimina a los fariseos, porque esa es una gran parte del amor de Dios y su justicia.

En la Iglesia de hoy podemos encontrar personas parecidas a los fariseos que son autoridades eclesiásticas alejadas de la gente y viviendo en su torre de cristal, teniendo un estilo de vida más de ser servido que de servir; pero Cristo nos enseña a vivir de manera contraria haciendo de nuestras vidas un acto continuo de servicio. También puede haber ejemplos de inconsistencia en las personas que predican de una forma, pero viven de otra; esto es muy malo porque lo que más enseña y mueve a la gente es el ejemplo de vida. Para solucionar todo esto se necesita tener, sobre todo, una actitud como la de Jesús que es capaz de alabar lo bueno y ayudar al prójimo con su palabra, pero principalmente con su ejemplo, así todo el que lo ve se siente llamado a seguirlo. Dejémonos interpelar por la vida de Cristo para que nuestras conductas cada vez se parezcan más a las de Él, quien se interesa en nuestras actitudes, piensa siempre en servir y es capaz de comprendernos para saber qué pedir de nosotros.

«El acento, más bien, hay que ponerlo en el objetivo principal: ¡convertirse en discípulo de Cristo! Una elección libre y consciente, hecha por amor, para corresponder a la gracia inestimable de Dios, y no un modo de promoverse a sí mismo. ¡Esto es triste! Ay de los que piensan seguir a Jesús para promoverse, es decir, para hacer carrera, para sentirse importantes o adquirir un puesto de prestigio. Jesús nos quiere apasionados de él y del Evangelio. Una pasión del corazón que se traduce en gestos concretos de proximidad, de cercanía a los hermanos más necesitados de acogida y cuidados. Precisamente como vivió Él.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 30 de julio de 2019).

Santa Margarita María de Alacoque

De Alfa y Omega

Margarita tuvo siempre un gran amor por el Santísimo Sacramento. Siendo joven, sus padres le animaban a salir con los amigos pero con 25 años entró en el monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial. Dos años después tuvo una visión en la que Jesús le mostró su Sagrado Corazón. La monja sufrió mucho por la incomprensión de los que le rodeaban ante las visiones. Antes de morir pudo ver difundida la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Margarita de Alacoque nació el 22 de julio de 1647, siendo bautizada tres días después. Era la quinta de los siete hijos de Claude Alacoque y Philiberte Lamy.

El padre de Margarita murió pronto y ella tuvo que irse internada con las clarisas. Fue allí donde comenzó una vida de ofrecimiento a Dios y llena de sufrimientos. Sufriendo ella entendía mejor a «Aquel que ha sufrido por nosotros», reconocía.

Siendo todavía una adolescente se quedó paralizada de cintura para abajo. Se curó milagrosamente poco después por intercesión de la Virgen. Ella siempre confesó un cuidado especial de María. «La Santísima Virgen tuvo siempre grandísimo cuidado de mí; yo recurría a Ella en todas mis necesidades y me salvaba de grandísimos peligros…»

Por eso, cuando con 25 años entró en el monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial, se añadió el nombre de María. Dos años después de entrar sor Margarita María, estando recogida en adoración ante el Santísimo Sacramento, tuvo una visión de Jesucristo. Estas visiones se repetirían todos los primeros viernes de mes a lo largo de dos años.

Una de las visiones más importantes tuvo lugar durante la octava del Corpus Christi de 1675. En aquella ocasión Jesús se le manifestó con el corazón abierto, rodeado de llamas y espinas y con una herida abierta de la que brotaba sangre y de la que salía una cruz. «He aquí el Corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud», le dijo Cristo.

Durante los primeros años tras las visiones, sor Margarita María fue incomprendida y criticada pero en sus últimos años de vida la monja pudo ver difundida la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Los que un día habían criticado las visiones se convirtieron en sus principales difusores.

Santa Margarita María de Alacoque murió a los 43 años de edad el 17 de octubre de 1690. Fue canonizada el 13 de mayo de 1920 por el Papa Benedicto XV. Sus restos reposan bajo el altar de la capilla de Paray-le-Monial.