Miércoles de la XI semana del Tiempo Ordinario

Ermita del Salvador

  • 19:30 Rosario
  • 20:00 Misa

Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9,6-11):

El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta.» El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia. Siempre seréis ricos para ser generosos, y así, por medio nuestro, se dará gracias a Dios.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 111,1-2.3-4.9

R/. Dichoso quien teme al Señor

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

De catholic.net

Nos encontramos a los pies de Jesús, en la cima del monte, acompañados de muchos hermanos. Ayer, y estos últimos días, hemos escuchado muchas enseñanzas; puede que sea cansado, pero poco a poco nos encontramos con este Evangelio. Este pasaje nos llama hoy a vivir, de manera más profunda, cada cosa que vivimos, no de cara a los demás, sino de cara a Dios. Pensemos en los compromisos que hemos vivido en esta semana o durante estas últimas semanas, ¿cuántas veces hemos vivido nuestros compromisos de oración? Reflexionemos, ¿nuestros compromisos los saben los demás para que nos halaguen?, ¿lo pregonamos por las calles o lo hacemos con tristeza como los fariseos de los que habla el evangelio?
Siempre que hago este ejercicio de recordar, me dan ganas de regresar en el tiempo y corregir las cosas. Demos gracias a Dios que hoy nos invita a no quedarnos en el pasado, sino que nos regala un presente para que cambiemos nuestra actitud y, una vez más, volvamos al Señor.

«Siempre la verdad delante de Dios, siempre. Y esta verdad delante de Dios es la que hace espacio para que el Señor nos perdone; sin embargo, la hipocresía es exactamente lo contrario. Al principio esta gente sabe que es hipócrita, dice una cosa y no la hace: pero con la costumbre también ellos creen que son justos. Por ejemplo, pensemos en la oración de ese doctor de la ley delante del altar: “Te doy gracias, Señor, ¡muchas gracias!” Pero no añade: porque me has perdonado, sino que dice: porque no soy como los otros, yo hago todo lo que se debe hacer. Y, después gira la cabeza: “Ni tampoco soy como ese que ha hecho esto, esto, esto…”. Las personas hipócritas acusan siempre a los otros, pero no han aprendido la sabiduría de acusarse a sí mismos. Hay que pedir al Señor, con las palabras del salmo 31, la gracia de la verdad interior y de poder decir con verdad: “te he hecho conocer mi pecado, no lo he escondido, no he cubierto mi culpa”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de octubre de 2017, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR LA RESTAURACIÓN DE LA FAMILIA CRISTIANA

Sin duda que hoy en día la familia sigue siendo la iglesia doméstica fundamental de la vida cristiana en el mundo entero. Que Jesucristo desaparezca de la familia, sería el inicio de su fin. Desgraciadamente vemos muchas familias donde Jesús está desapareciendo.

¡Sagrado Corazón de Jesús! Te pedimos que te hagas cargo de estas familias y acudas en su auxilio. Haz tuyos nuevamente nuestros hogares. Vuelve a reinar Señor, en nuestras casas, como en otros templos consagrados a Ti. Une a tu Divino Corazón los corazones de los padres y de los hijos.

Sagrado Corazón, te pedimos hoy más fervorosamente por esta necesidad, una de las más urgentes de nuestros días.

Medita unos minutos.

¡Qué distinta sería la faz del mundo si volviese a reinar en la familia cristiana el Sagrado Corazón de Jesús! ¡Cómo sería la prudencia de los padres, cómo el respeto de los hijos, cómo la fidelidad de los esposos, cómo el amor de los hermanos! Cada casa cristiana sería un vivo ejemplo de la Sagrada Familia de Nazareth.

¡Corazón de Jesús! ¿Es mi familia como Tú la quieres? Si no es así, te pido Señor que me ayudes a colocarte en el centro de ella, que seas el centro de unión, la norma de conducta; que los padres den buen ejemplo y sano consejo; que los hijos muestren obediencia y docilidad.

Hoy junta a tu familia y reza unidos de corazón al Corazón de Jesús.

¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!