V Domingo de Pascua

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Templo de las Carmelitas

  • 10:30 Misa
  • 20:30 Misa. Sufragio Margarita Álvarez Dauden

Ermita de Campolivar

  • 11:30 Misa. Sufr. Mercedes Reig Vicente y Carmen Lorente Ferrándiz.

Ermita del Salvador

  • 12:30 Misa. A continuación, ENTRONIZACIÓN Y BENDICIÓN DE LA IMAGEN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS DE GODELLA

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14,21b-27):

En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,8-9.10-11.12-13ab

R/. Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi rey.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

Segunda lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (21,1-5a):

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres: acamparé entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado.»
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Todo lo hago nuevo.»

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,31-33a.34-35):

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»

Palabra de Señor

Reflexión del Evangelio

Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Dentro de muy poco, ya no lo
tendrán con ellos. Jesús les habla con ternura especial: «Hijitos míos, me queda
poco de estar con vosotros». La comunidad es pequeña y frágil. Acaba de nacer.
Los discípulos son como niños pequeños. ¿Qué será de ellos si se quedan
sin el Maestro?
Jesús les hace un regalo: «Os doy un mandato nuevo: que os améis unos
a otros como yo os he amado». Si se quieren mutuamente con el amor con que
Jesús los ha querido, no dejarán de sentirlo vivo en medio de ellos. El amor que
han recibido de Jesús seguirá difundiéndose entre los suyos.
Por eso, Jesús añade: «La señal por la que conocerán todos que sois
discípulos míos será que os amáis unos a otros». Lo que permitirá descubrir
que una comunidad que se dice cristiana es realmente de Jesús, no será la
confesión de una doctrina, ni la observancia de unos ritos, ni el cumplimiento de
una disciplina, sino el amor vivido con el espíritu de Jesús. En ese amor está
su identidad.
Vivimos en una sociedad donde se ha ido imponiendo la “cultura del intercambio”.
Las personas se intercambian objetos, servicios y prestaciones. Con
frecuencia, se intercambian además sentimientos, cuerpos y hasta amistad. Eric
Fromm llegó a decir que “el amor es un fenómeno marginal en la sociedad contemporánea”.
La gente capaz de amar es una excepción.
Probablemente sea un análisis excesivamente pesimista, pero lo cierto es
que, para vivir hoy el amor cristiano, es necesario resistirse a la atmósfera que
envuelve a la sociedad actual. No es posible vivir un amor inspirado por Jesús
sin distanciarse del estilo de relaciones e intercambios interesados que predomina
con frecuencia entre nosotros.
Si la Iglesia “se está diluyendo” en medio de la sociedad contemporánea
no es sólo por la crisis profunda de las instituciones religiosas. En el caso del
cristianismo es, también, porque muchas veces no es fácil ver en nuestras comunidades
discípulos y discípulas de Jesús que se distingan por su capacidad
de amar como amaba él. Nos falta el distintivo cristiano.
Los cristianos hemos hablado mucho del amor. Sin embargo, no siempre hemos
acertado o nos hemos atrevido a darle su verdadero contenido a partir del
espíritu y de las actitudes concretas de Jesús. Nos falta aprender que él vivió el
amor como un comportamiento activo y creador que lo llevaba a una actitud de
servicio y de lucha contra todo lo que deshumaniza y hace sufrir el ser humano.