Ermita del Salvador
- 19:30 Rosario
- 20:00 Misa
Primera lectura
EN aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:
«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Ajaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel».
Palabra de Dios
Salmo
R/. Va a entrar el Señor; él es el Rey de la gloria.
V/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
V/. ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede entrar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
V/. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/.
Evangelio
EN el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazarat, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Él ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido en hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor
Medita lo que te dice el Evangelio
Queridos amigos y amigas:
En el evangelio de hoy leemos uno de los textos mas bellos de la Sagrada Escritura. El acontecimiento central de nuestra fe cristiana: misterio de la Encarnación de Dios. El texto bíblico es rico en referencias veterotestamentarias y tienen un hondo calado teológico sobre la figura histórica de Jesús de Nazaret. Estamos delante del cumplimiento de las promesas hechas de Dios a su pueblo. Las palabras del Ángel a María no son solo un anuncio gozoso de la salvación por la venida del Mesías, son también el testimonio de la amorosa predilección de Dios por su humilde sierva.
María orienta su corazón a la voluntad de Dios y se adhiere plenamente a su proyecto universal de la salvación: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». De esta manera el sí de María abre las puertas de nuestra salvación. La tradición cristiana ha visto cumplida la profecía del profeta Isaías: «la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel». Esta disponibilidad absoluta de María al plan de salvación de Dios la convierte en el prototipo del creyente cristiano. Con razón se dice que antes de concebir a Jesús en su vientre lo concibe por la fe en su corazón.
Nuestro mundo, está hoy más que nunca, urgido de una humanidad nueva. Cada día vemos con tristeza y dolor tantas situaciones de injusticia que deshumanizan la creación. La Navidad nos recuerda que Dios abraza la humanidad para redimirla, para humanizarla, para salvarla. Nosotros creyentes en este Dios que se hace presente en nuestra historia, estamos llamados abrazar también nuestra propia humanidad caída, frágil y pecadora para redimirla. Dejando que el Espíritu nos conduzca como a María a una plena comunión con el proyecto del Padre, a través de una vida de fe y de amor, vivida en fidelidad al Evangelio.
Decir tu nombre, María
Decir tu nombre, María,
es decir que la Pobreza
compra los ojos de Dios.
Decir tu nombre, María,
es decir que la Promesa
sabe a leche de mujer.
Decir tu nombre, María,
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María,
es decir que el Reino viene
caminando con la Historia.
Decir tu nombre, María,
es decir junto a la Cruz
y en las llamas del Espíritu.
Decir tu nombre, María,
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María,
es decir que toda suerte
puede ser también Su Pascua.
Decir tu nombre, María,
es decirte toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría
(Pedro Casaldáliga)
Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com