3 de agosto. Viernes de la XVII semana del Tiempo Ordinario

Ermita del Salvador

  • 19:30 Rosario
  • 20:00 Misa

Primera lectura

Lectura de la profecía de Jeremías (26,1-9):
Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra del Señor a Jeremías: «Así dice el Señor: Ponte en el atrio del templo y di a todos los ciudadanos de Judá que entran en el templo para adorar, las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni una sola. A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y me arrepiento del mal que medito hacerles a causa de sus malas acciones. Les dirás: Así dice el Señor: Si no me obedecéis, cumpliendo la ley que os di en vuestra presencia, y escuchando las palabras de mis siervos, los profetas, que os enviaba sin cesar (y vosotros no escuchabais), entonces trataré a este templo como al de Silo, a esta ciudad la haré fórmula de maldición para todos los pueblos de la tierra.»
Los profetas, los sacerdotes y el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras, en el templo del Señor. Y, cuando terminó Jeremías de decir cuanto el Señor le había mandado decir al pueblo, lo agarraron los sacerdotes y los profetas y el pueblo, diciendo: «Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo será como el de Silo, y esta ciudad quedará en ruinas, deshabitada?»
Y el pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor.Palabra de Dios

Salmo

Sal 68

R/. Que me escuche tu gran bondad, Señor.

Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver lo que no he robado? R/.

Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.

Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,54-58):

En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso.
Jesús les dijo: «Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El Evangelio de hoy te invita a ser cuidadoso en la forma que valoras a los demás, ya que puedes rechazar a personas que podrían ser de gran ayuda para ti. Jesús dijo «Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa», esto debido a que la gente cuestionaba la sabiduría de Jesús por creer que le conocían. Ahora bien, pregúntate ¿Cómo actúo frente a personas que conozco, cuando expresan su opinión o dan un consejo?

Muchas veces somos implacables ante las debilidades de los otros, por más que hayan superado la debilidad. Un consejo que den para que uno no caiga en esa misma debilidad, es la excusa perfecta para rechazar el consejo y a la persona. Nos olvidamos que si han superado esa debilidad, lo que quieren es evitarnos el penoso camino que él o ella recorrió.

Jesús, que no tenía mancha alguna y cuya autoridad moral era insuperable, fue objeto de rechazo por parte de su gente, quienes se escudaban en el hecho de que conocían a su familia y parentela. Jesús hoy te invita a que cambies y seas una persona cautelosa al momento de emitir un juicio sobre alguien, pues a través de esta persona, Él puede querer ayudarte a sanar tus heridas, a curar tus enfermedades de alma y cuerpo, a perdonarte, etc.

Ábrele tu corazón a Cristo y deja que san José y la Virgen María te guíen, para que aprendas a dejar en las manos de Dios el juicio de los demás; que Él te eduque sin importar el medio (persona) de quien se vale para indicarte el camino a seguir, porque «el corazón es lo más íntimo del hombre, el lugar donde habita Dios. En él se realiza el encuentro en el que Dios habla al hombre y el hombre escucha a Dios; el hombre habla a Dios y Dios escucha al hombre. » (Benedicto XVI, Audiencia, miércoles 6 de junio de 2007)

«El cambio hecho por Jesús compromete a sus discípulos de ayer y de hoy a una verificación personal y comunitaria. También en nuestros días, de hecho, puede pasar que se alimenten prejuicios que nos impiden captar la realidad. Pero el Señor nos invita a asumir una actitud de escucha humilde y de espera dócil, porque la gracia de Dios a menudo se nos presenta de maneras sorprendentes, que no se corresponden con nuestras expectativas.» (Homilía de S.S. Francisco, 8 de julio de 2018).