Ermita de Campolivar
- Misa del X domingo del Tiempo Ordinario. Sufragio, José Colomer Sancho.
Templo de las Carmelitas
- Misa del X domingo del Tiempo Ordinario. Sufragio, José Colomer Sancho; Ernesto Sánchez Robla.
Lecturas del Inmaculado Corazón de María
Primera lectura
Lectura del profeta Isaías (61,9-11):
La estirpe de mi pueblo será célebre entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos. Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido con un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra de Dios
Salmo
1Sam 2,1-8
R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador
Mi corazón se regocija por el señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.
Se rompen los arcos de tus valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R/.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.
Evangelio
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Palabra del Señor
Reflexión
Obispo Robert Barron
Amigos, el Evangelio de hoy relata la historia tan familiar de María y José cuando encuentran a Jesús a los doce años en el Templo. Cuando lo ven le reprochan con comprensible exasperación: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto?» Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?»
La historia transmite una verdad que va contra nuestras sensibilidades. Es que incluso las emociones familiares más poderosas deben, en última instancia, dar paso a la misión. Aunque María sintió esa fuerza en la dirección opuesta, ella deja ir a su Hijo permitiéndole seguir Su camino y vocación en el Templo. Un sentimiento legítimo se convierte en sentimentalismo precisamente cuando trata de reemplazar al llamado de Dios.
La lectura bíblica muestra que la familia es, ante todo, un foro donde tanto los padres como los hijos pueden discernir sus misiones. Es bueno, por supuesto, que se cultiven los lazos profundos y emociones intensas dentro de la familia, pero esas relaciones y pasiones deben ceder a algo que es más fundamental, más duradero, más enfocado espiritualmente.
La paradoja es esta: precisamente en la medida que todos en una familia se centran en el llamado de Dios para cada uno, la familia se vuelve más llena de amor y paz.