22 de mayo. Martes de la VII semana del Tiempo Ordinario

Ermita del Salvador

  • 19:30 Rosario
  • 20:00 Misa. Sufragio; José Antonio Colomer Sancho

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol Santiago (4,1-10):

¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios? El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano dice la Escritura: «El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal.» Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: «Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes.» Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos, purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante el Señor, que él os levantará.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 54,7-8.9-10a.10b-11.23

R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará

Pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto.» R/.

«Me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.» R/.

Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre sus murallas. R/.

Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús muestra a un niño como modelo para sus discípulos. Jesús les dice a sus discípulos lo que sucederá en Jerusalén, cómo será rechazado, torturado y asesinado. Ajenos a esto, los discípulos discuten entre ellos acerca de quién es el más importante. Para Jesús, el camino a la grandeza se encuentra en el camino al Calvario, el amor que se olvida a sí mismo; para los discípulos, y para la mayoría de las personas, de casi todas las edades, se encuentra en el camino de agrandar el ego.

¿Cuál es el antídoto? Un niño se propone entonces como una especie de ícono vivo para los ambiciosos discípulos. Primero notamos cómo Jesús se identifica físicamente con el niño, se sienta a su nivel y lo abrazo. Es como si nos dijera que Él mismo es parecido a un niño. ¿Cómo es eso? Los niños no saben cómo disimular, cómo ser de una manera y actuar de otra. Ellos son lo que son; actúan de acuerdo con su naturaleza más profunda.

¿Por qué esta historia de la identificación de Jesús con los niños ha sido preservada en todos los Evangelios sinópticos? De alguna manera, se acerca al corazón de la vida y al mensaje de Jesús.

Obispo Robert Barron