15 de marzo. Jueves de la IV semana de Cuaresma

Ermita del Salvador

  • 19:30 Rosario
  • 20:00 Misa. Sufragio: José Mª García Montés

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (32,7-14):

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:

«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”».
Y el Señor añadió a Moisés:
«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”».
Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.Palabra de Dios

Salmo

Sal 105,19-20.21-22.23

R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo

V/. En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R/.

V/. Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R/.

V/. Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (5,31-47):

EN aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

De catholic.net

Las palabras en el Evangelio de hoy son duras de asimilar. Cristo asume una actitud severa, casi de enfado y reproche ante aquellos que no lograban abrirse a creer en Él. No deja de insistir en su anuncio de conversión. ¡Él de verdad quiere que todos los hombres y mujeres se salven!
Si somos honestos, vemos también en nosotros mismos que hay aspectos que todavía no agradan a Jesús del todo. Tal vez son cosas pequeñas, detalles; pero para el corazón que ama ningún detalle es demasiado pequeño. Tal vez son hábitos ya consolidados; pero para el corazón que ama nunca es tarde, nunca nada es demasiado duro. Y quién sabe si ésta será la Cuaresma en que hemos podido crecer un poco más en el amor…
El Señor reprocha sin reservas. No lo hace por una especie de amor propio herido; lo hace porque viene a hablarnos del amor del Padre; lo hace porque viene a darnos lo que en el fondo del alma tanto ansiamos… ¡Ojalá escuchemos hoy su voz! ¡Ojalá su reproche no sea en vano!
Éstos son los testigos del reproche: un Padre que ama infinitamente, y un alma –¡nuestra propia alma! – que tiene sed de vida eterna. El reproche es duro, y pensar en ello nos incomoda, sin duda. Pero sabemos que en la corrección hay esperanza de cambio, y que Cristo es el primer interesado en nosotros. ¡Acudamos a Él para tener Vida!

«El testimonio: éste es la gran misionariedad heroica de la Iglesia. ¡Anunciar a Jesucristo con la propia vida! Me dirijo a los jóvenes: piensa qué quieres hacer con tu vida. Es el momento de pensar y pedir al Señor que te haga sentir su voluntad. Pero sin excluir, por favor, esta posibilidad de llegar a ser misionero, para llevar el amor, la humanidad y la fe a otros países. No para hacer proselitismo, no. Eso lo hacen quienes persiguen otra cosa. La fe se predica antes con el testimonio y después con la palabra. Lentamente.»
(Audiencia de S.S. Francisco, 2 de diciembre de 2015).