28 de febrero. Miércoles de la II semana de Cuaresma

Ermita del Salvador

  • 19:30 Via Crucis
  • 20:00 Misa. Sufr. María Liñán y Alejandro Esparza.

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (18,18-20):

ELLOS dijeron:

«Venga, tramemos un plan contra Jeremías porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos».
Hazme caso, Señor,
escucha lo que dicen mis oponentes.
¿Se paga el bien con el mal?,
¡pues me han cavado una fosa!
Recuerda que estuve ante ti,
pidiendo clemencia por ellos,
para apartar tu cólera.
Palabra de Dios

Salmo

Sal 30,5-6.14.15-16

R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia

V/. Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R/.

V/. Oigo el cuchicheo de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida. R/.

V/. Pero yo confío en ti, Señor;
te digo: «Tú eres mi Dios».
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,17-28):

EN aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:
«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará».
Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
«¿Qué deseas?».
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

Medita lo que te dice el Evangelio

De catholic.net

Quién entiende las palabras de Dios cuando habla de su propia muerte. Después de que Él mismo profetizó lo que iba a suceder, nos sigue sorprendiendo el calvario por el cual derramó, derrama y derramará abundantes gracias.

El hombre mucha veces no entiende la responsabilidad que contiene el beber este cáliz amargo que sólo Dios es capaz de tomar. Nos sentimos preparados para beber esta copa amarga que ha sido fruto de la respuesta rebelde del hombre.

Dios siempre hace la misma petición: que le acompañemos en el camino de la cruz. Pero ¿podremos beber de este cáliz? Sí. Pero no lo haremos como un Cristo crucificado en el madero sino como servidores del hombre. Porque la cruz que Dios pone enfrente de nosotros es la del servicio

El servicio no es más que darse sin límites. Esto es un verdadero reto que Dios nos pone para colaborar en la instauración de Cristo en los corazones de todos los hombres santos y pecadores, ricos y pobres, fuertes y débiles.

Sí, podemos beber del cáliz amargo desde el servicio incondicional.

«El que sirve a los demás y vive sin honores ejerce la verdadera autoridad en la Iglesia. Jesús nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad. Y después de haber presentado un ejemplo de lo que hay que evitar, se ofrece a sí mismo como ideal de referencia. En la actitud del Maestro la comunidad encuentra la motivación para una nueva concepción de la vida: «Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de octubre de 2015).