11 de febrero. VI Domingo del Tiempo Ordinario. Nuestra Señora de Lourdes

Templo de la Carmelitas

  • 10:30 Misa
  • 20:00 Misa.  Sufr. Margarita Álvarez Dauden.

Ermita de Campolivar

  • 11:30 Misa.  Sufr. Lolita Rosa (Vda. De Llombart) y Vicente Llombart; Carmina Comín Arribas;  Fernando Bellvert Lloréns.

Ermita del Salvador

  • 12:30 Misa

Avisos parroquiales

Grupo de Oración y Amistad:

Tendremos reunión el lunes 12 de febrero a las 6 de la tarde, en el Templo de las Carmelitas.

Miércoles de Ceniza:

El próximo miércoles 14 de febrero se realizará la Imposición de la Ceniza, en el que comenzamos
el Tiempo de la Cuaresma, en la Misa de las 8 de la tarde, en la Parroquia del Salvador. (Recordaros que es día de Ayuno y Abstinencia).

Rezo del Vía Crucis:

Todoso losviernes, a las 7,30 de la tarde,  en la Parroquia del Salvador.

Calendarios de la Festa de Sant Antoni de Padua:

Ya los tenéis a vuestra disposición en la Sacristía. Este calendario incluye el derecho a un cirio, dos pa-
nes y dos raciones para las calderas. El donativo es de 10 €.

Lotería de la Fiesta a Sant Antoni de Padua:

Ya tenéis a vuestra disposición la lotería para el día del Padre, 19 de marzo. Podéis recogerla en la sacristía o pedírsela a cualquier voluntario. El donativo es de 3 €.

Primera lectura

Lectura del libro del Levítico (13,1-2.44-46):

El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: “¡Impuro, impuro!” Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 31,1-2.5.11

R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R/.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,31–11,1):

Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor

Comentario

De ciudad redonda

Fernando Torres cmf

Jesús nos cura y nos hace hermanos

La lepra es una enfermedad que hace que la apariencia externa de la persona sea repugnante. En tiempos antiguos, la lepra era una enfermedad temida. Se temía su aspecto pero se temía más el contagio. Al leproso se le expulsaba de la sociedad. Era mejor no tocarle. Se corría el peligro de contaminarse y hacerse uno mismo leproso. El círculo se cierra sobre el leproso que no tiene escapatoria. Nadie se quiere acercar a él, nadie le ayudará. Es impuro y contamina a los demás. Cualquiera que se acerque a él será también marginado. La sociedad primitiva mostraba así su temor ante una enfermedad frente a la que no tenía medios con los que defenderse.

      Hoy sabemos como curar la lepra. Pero hay otras “lepras”, otras realidades sociales frente a las que nos sentimos mal y preferimos mirar a otro lado, expulsar de la sociedad a los que las padecen, marginarlos y abandonarlos en la cuneta. Leprosos son ahora los inmigrantes, los que salen de la cárcel, los pobres… Leprosos se nos hacen todos los que son diferentes de nosotros por su raza, cultura, religión o lengua. De todos ellos nos separamos, les marginamos. Marcamos fronteras y límites que no deben pasar. Su presencia cerca de nosotros hace que nos sintamos mal (impuros). Por eso les mantenemos lejos y aparte.

Jesús rompe esas barreras artificiales. Cura al leproso. Así demuestra que su enfermedad no es fuente de impureza, no mata. Y lo hace tocándolo. Es un momento clave porque Jesús, al tocar al leproso, se hace oficialmente impuro. Se hace a sí mismo marginado. Así es como Dios nos cura y nos salva. Se hace uno con nosotros. Nos toca y, al tocarnos, rompe las barreras que la sociedad ha establecido entre los buenos y los malos, los puros y los impuros, los justos y los injustos. Dios acerca y une, junta y no divide, convoca a todos a formar la única familia de Dios.

Hay que comprender que el leproso no obedeciese a Jesús y contase lo sucedido a todos los que encontró y que la gente buscase a Jesús después de conocer lo sucedido. Hoy nosotros nos acercamos a Jesús para que nos cure la lepra. Y lo hace. Por supuesto. Pero, al mismo tiempo nos recuerda que, igual que nos cura a nosotros, no hay razón para marginar a otros, que no hay casos perdidos, que para Dios todos tenemos futuro. Y que, con la segunda lectura, todo lo debemos hacer para la gloria de Dios, que no es otra que el bien de la persona humana. Para ello lo mejor que podemos hacer es, como Pablo, seguir el ejemplo de Cristo y acercarnos a todos los leprosos de nuestro mundo para curarlos e invitarlos a formar parte de la familia humana. Eso y no otra cosa es ser en Jesús hijo de Dios.