27 de noviembre. Lunes de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario

Ermita del Salvador

19:30 h. Rosario

20:00 h. Misa. Sufr. Alejandro Esparza y María Liñán.

Lecturas

El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la asedió.

El Señor entregó en su poder a Joaquín y todo el ajuar que quedaba en el templo; se los llevó a Senaar, y el ajuar del templo lo metió en el tesoro del templo de su dios.

El rey ordenó a Aspenaz, jefe de eunucos, seleccionar algunos israelitas de sangre real y de la nobleza, jóvenes, perfectamente sanos, de buen tipo, bien formados en la sabiduría, cultos e inteligentes, y aptos para servir en el palacio; y ordenó que les enseñasen la lengua y literatura caldeas.

Cada día el rey les pasaba una ración de comida y vino de la mesa real.

Su educación duraría tres años, al. cabo de los cuales pasarían a servir al rey.

Entre ellos había unos judíos: Daniel, Ananías, Misael y Azarías.

Daniel hizo el propósito de no contaminarse con los manjares y el vino de la mesa real, y pidió al jefe de eunucos que le dispensase de aquella contaminación. El jefe de eunucos, movido por Dios, se compadeció de Daniel y le dijo:

-Tengo miedo al rey mi señor, que os ha asignado la ración de comida y bebida; si os ve más flacos que vuestros compañeros, me juego la cabeza.

Daniel dijo al guardia que el jefe de eunucos había puesto para cuidarle a él y a Ananías, Misael y Azarías:

-Haz una prueba diez días con nosotros: que nos den legumbres para comer y agua para beber. Compara después nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen de la mesa real, y trátanos según el resultado.

El aceptó la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Al acabar, tenían mejor aspecto y estaban más gordos que los jóvenes que comían de la mesa real. Así que les retiró la ración de comida y de vino, y les dio legumbres.

Dios les concedió a los cuatro un conocimiento profundo de todos los libros de la sabiduría. Daniel sabía, además, interpretar visiones y sueños.

Al cumplirse el plazo señalado por el rey, el jefe de eunucos se los presentó a Nabucodonosor. Después de hablar con ellos, el rey no encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y los tomó a su servicio.

Y en todas las cuestiones y problemas que el rey les proponía, lo hacían diez veces mejor que todos los magos y adivinos de todo el reino. Dn 1,1-6.8-20:

 

Salmo

V. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
R. A ti gloria y alabanza por los siglos.
V. Bendito tu nombre santo y glorioso.
R. A ti gloria y alabanza por los siglos.
V. Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
R. A ti gloria y alabanza por los siglos.
V. Bendito eres sobre el trono de tu reino.
R. A ti gloria y alabanza por los siglos.
V. Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos.

R.A ti gloria y alabanza por los siglos.V. Bendito eres en la bóveda del cielo.

R. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Sal: Dn 3,52.53.54.55.56:

Evangelio

En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el cepillo del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo:

-Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir. Lc 21,1-4:

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Quizá ésta es mi pregunta al pensar las maravillas que Dios ha hecho en mi vida y, por qué no, también todas las dificultades que he tenido.
Jesús hoy nos pone dos ejemplos, un rico y una viuda, pero aquí el Señor no le presta tanta importancia a cuánto dan, sino a cómo dan. Sus actitudes del corazón no pasan desapercibidas ante el Señor.

Perfectamente la viuda se pudo guardar una de las monedas ¿Quién se iba a dar cuenta? Tal vez el rico pudo ayudar con sus recursos a un pobre en secreto ¿Quién lo iba a notar?

Cada uno de nosotros es «la viuda y el rico» al mismo tiempo. En nuestra mano tenemos la oportunidad para darlo todo, o dar lo que nos sobra.

El Señor lo tiene todo, pero hay algo que necesita, nuestro sí a Él. María dio un sí rotundo y le entregó al Señor toda su existencia y «dichosa la han llamado todas las generaciones».

¿Le vamos a dar hoy lo que nos pide?

«La viuda de este pasaje del Evangelio, que Jesús nos muestra, era una viuda que tenía su única esperanza en el Señor. Y Jesús, mientras observaba a los que echaban donativos en el templo, vio que ésta había lanzado sólo dos pequeñas monedas y dijo: “Esa pobre viuda ha echado más que todos porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad ha echado todo lo que tenía para vivir”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 23 de noviembre de 2015, en santa Marta).