Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues, ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O, ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino».
(Mt 16,24-28)
Santa Clara
Esta discípula de San Francisco nació en Asís el año 1193. Cuando tenía 18 años, la noche del Domingo de Ramos abandonó el palacio de sus padres y en la iglesia de Santa María de los Ángeles cambió su ropa de terciopelo por el hábito. A la mañana siguiente, familiares y amigos de la joven invaden el templo porque piensan que debe regresar a la casa paterna. Clara daba ejemplo en todo. Fundó la Orden de Damas Pobres de San Damián (Clarisas). Es la rama femenina de los franciscanos y la gobernó con fidelidad exquisita al espíritu franciscano hasta su muerte. En el estío de 1253, la visitó el Papa Inocencio IV en su lecho de muerte al que le pidió su bendición. Sólo un murmullo brotó de los labios de la santa: «Oh Señor, te alabo, te glorifico, por haberme creado». Expiró el 11 de agosto de 1253 y fue canonizada dos años más tarde por el papa Alejandro IV.