Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
(Mt 5,13-16)
San Antonio de Padua
Su nombre anagráfico es Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo y nació en Lisboa hacia 1195. Adquirió una amplia formación cultural con estudios teológicos, filosóficos y científicos. Fue a Marruecos a evangelizar a los infieles y al regreso de su viaje una tormenta propició que el barco llegara a tierras silicianas. Estuvo en un convento franciscano de Mesina y el superior de la institución le llevó a Asís donde conoció a San Francisco de Asís. Llevó una vida de ermitaño en Romaña y, cuando sus superiores se dieron cuenta de sus cualidades de predicador, lo enviaron a evangelizar al norte de Italia y a Francia. Finalmente, fijó su residencia en el convento de la Arcella, cerca de Padua y murió en 1231.